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La logística trata de responder a los retos de sostenibilidad. Es un hecho que esta industria tiene su parte en las emisiones de carbono, en especial por el transporte y la energía que consume.
Pero hay una luz al final del túnel: una logística más inteligente que busca minimizar su huella en el planeta. Este cambio se necesita para mantener un balance entre el progreso económico y el cuidado del medio ambiente.
Hay un desafío ambiental en la logística: reducir las emisiones de CO₂. Entonces, ¿cómo se puede marcar la diferencia?
Las empresas pueden disminuir los kilómetros recorridos por sus flotas a través de la optimización de rutas y el consumo de combustible. Se utiliza la geolocalización y la inteligencia artificial para identificar las rutas más eficientes.
Esto se traduce en ahorros de tiempo y recursos, pero, sobre todo, minimiza el impacto en el planeta y beneficia la economía.
En otro punto, la transición hacia el transporte ecológico es necesaria. Adoptar vehículos eléctricos y alternativos permite alejarse de los combustibles fósiles y cortar las emisiones nocivas.
Aunque requiere una inversión inicial, los beneficios a mediano y largo plazo son claros y convincentes.
Sin dejar de lado, aumentar la eficiencia energética en los centros de distribución también se puede lograr. Implementar iluminación LED, automatizar procesos y apostar por energías renovables son prácticas que ya adoptan varias empresas en España.
La infraestructura también es parte de la logística eficiente. Las instalaciones temporales y los materiales ecológicos están marcando la diferencia.
Las empresas no están optando por estructuras permanentes, y en su lugar, están tomando decisiones más amigables.
Por ejemplo, las carpas de aluminio. Representan una solución para aquellos que buscan flexibilidad operativa sin comprometer el medio ambiente.
Estas estructuras son robustas y adaptables a diversas situaciones y promueven la sostenibilidad gracias a su capacidad de ser recicladas.
La perdurabilidad de estas instalaciones temporales refuerza una selección consciente de materiales duraderos y reciclables.
Un ejemplo es el aluminio: su resistencia y facilidad para ser reciclado lo convierten en una opción frente a las construcciones tradicionales de concreto. Disminuye la necesidad de nuevas edificaciones y ofrece una alternativa para la gestión de residuos en la logística.
La economía circular está transformando la logística. Impulsa un cambio hacia la reutilización y la minimización de residuos. Cada material se valora y nada se desperdicia; eso es lo que la logística circular está haciendo realidad.
Es simple, se le da una segunda vida a los productos, desde embalajes hasta palets. Se reduce la necesidad de extraer nuevas materias primas. El reuso es para que sigan siendo útiles en lugar de convertirse en basura.
Se pueden reciclar materiales como el aluminio de las carpas de Tenttrading, para que puedan brillar de nuevo en nuevos proyectos. Y no se detiene ahí: la tecnología es la aliada. Invertir en soluciones que rastreen los materiales durante toda su vida útil es el futuro.
Estas herramientas tecnológicas ofrecerán a las empresas una visión más clara de cómo sus recursos pueden ser reutilizados, llevando la logística a un nuevo nivel de compromiso con el planeta.
Todos pueden aportar su granito de arena con estas y otras acciones.