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Cuando el agua no sobra, como ocurre en una buena parte de España, el control eficiente de la misma es esencial si hablamos de aplicaciones como el riego. De hecho, una buena parte del agua disponible se emplea en el riego agrícola. Este flujo de agua se puede controlar gracias a las válvulas. Con ellas, se gestiona el agua de riego de una forma muy sencilla y sin fallos, a veces sin necesidad de estar delante del cultivo.
Las Válvulas hidráulicas son muy apreciadas porque funcionan de modo autónomo sin la necesidad de una fuente de energía externa. Así, una vez que el sistema de riego deja de hacerlo, la válvula se cierra de manera automática gracias a la presión del agua. Mediante esta, las válvulas hidráulicas pueden regular el caudal que fluye por las tuberías evitando el desperdicio.
Entre sus ventajas está el no necesitar ninguna clase de energía. Por eso, son las mejores en los sistemas de riego ubicados en zonas remotas o sin acceso a energías como la eléctrica. Por si fuera poco, son robustas y apenas requieren de mantenimiento.
A diferencia de lo que ocurría con las válvulas hidráulicas, las Electroválvulas sí que necesitan energía. En concreto, electricidad, gracias a lo cual permiten un control muy preciso del flujo del agua. Destacan porque es posible manejarlas a distancia, así que con ellas el riego se puede automatizar. Por eso, se utilizan en proyectos de riego muy grandes o cuando hay que aprovechar hasta el último litro de agua.
Se suelen combinar con los sistemas de riego por goteo o aspersión. Además, es muy sencillo integrarlas con los sensores de humedad, con los cuales se riega de forma automática en función de cómo esté el suelo.
Estos sensores se colocan en el suelo, de manera que mandan avisos a la central en donde se controlan las electroválvulas. Dependiendo del tipo de cultivo y de la fecha del año, se configura el sensor para que mande avisos cuando la humedad baja de unos mínimos.
Si eso sucede, el sensor da la orden de regar y el sistema se pone en marcha solo, sin que tenga que haber una persona delante. Se lleva haciendo ya años en zonas agrícolas como Murcia, en donde los profesionales pueden regar desde el ordenador o desde el teléfono.
En ocasiones, se requiere de una solución sencilla y robusta. En esta situación, siempre se recurre a las Válvulas de bola. El nombre les viene porque dentro de la válvula hay una bola perforada. Cuando la abertura se alinea con la dirección del flujo del agua, permite el paso de esta.
Para hacerla funcionar solo hay que girar una palanca externa que viene con la válvula. Rotándola un cuarto de vuelta se abre o se cierra el flujo.
Su sencillez la hace ideal para el riego doméstico o en pequeñas parcelas agrícolas. No tienen apenas fallos mecánicos, lo cual es otra de sus ventajas si la comparamos con válvulas mucho más complejas.