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En un mundo donde la sostenibilidad es la clave del futuro, las granjas de insectos se presentan como una innovadora solución para producir ingredientes para alimentación animal (piensos), biomateriales y fertilizantes
Entre las especies más utilizadas en estas instalaciones destacan el gusano de la harina(Tenebrio molitor) la mosca soldado negra (Hermetia illucens) y los grillos (Acheta domesticus), cada uno con aplicaciones específicas y un alto rendimiento en la producción de proteínas, lípidos y quitina. Algunos de estos insectos, además, están aprobados por las autoridades sanitarias europeas para alimentación humana, y ya que se ha comprobado científicamente que son seguros y nutritivos para ese fin.
La proteína de insectos no solo es una alternativa eficiente a las proteínas tradicionales (tanto en alimentación animal como humana), sino que también tiene un menor impacto ambiental. Según estudios, las granjas de insectos requieren hasta un 98% menos de tierra que las ganaderías tradicionales, consumen significativamente menos agua y emiten hasta un 75% menos de gases de efecto invernadero. Además, la quitina, obtenida de los exoesqueletos de los insectos, se emplea en productos biomédicos, como vendajes antimicrobianos y aditivos para alimentos, y el estiércol generado, habitualmente denominado “frass”, potente fertilizante orgánico capaz de mejorar tanto los cultivos como las propiedades del suelo por su índice NPK equilibrado, su alto contenido en materia orgánica, la ausencia total de sustancias tóxicas (metales pesados, pesticidas, hormonas artificiales, etc), así como la presencia de microrganismos beneficiosos que actúan como bioestimulantes y favorecen la absorción de nutrientes.
Con el impulso regulatorio de la UE y un mercado creciente, las granjas de insectos están atrayendo inversores, innovadores y emprendedores. Según un informe de Data Bridge Market Research, se estima que el mercado europeo de proteínas de insectos, valorado en 235,45 millones de dólares en 2023, alcanzará los 1.794,41 millones de dólares para 2031, con una tasa compuesta anual de crecimiento (CAGR) del 28,9%. Además, proyectos europeos han evaluado que las proteínas de insectos podrían sustituir hasta un 20% de las proteínas animales en dietas humanas y un 10% en piensos para animales.
En España, la expansión de esta industria también es notable, contando ya con una producción de insectos para granjas avícolas, y con nuevos prometedores proyectos enfocados a otros sectores para alimentación animal y humana. Estas instalaciones, además, una vez obtenida la proteína, pueden extraer otras fracciones de la parte restante, el exoesqueleto de quitina, para otros usos en biomateriales.
Hoy en día, la dieta de los insectos en granjas se basa principalmente en productos alimentarios como salvado de trigo, residuos de frutas y verduras, subproductos de la industria cervecera y hojas de vegetales. Sin embargo, con el auge de estas granjas, la demanda de estos recursos también podría incrementarse significativamente. Esto nos lleva a una pregunta crucial: ¿Podrían los insectos desempeñar un papel más activo en la gestión de subproductos agroalimentarios, utilizando su poder bioconvertidor?
Los insectos tienen una capacidad única de procesar una amplia variedad de subproductos que otros animales no pueden digerir. Mientras que especies tradicionales como bovinos, ovinos o porcinos tienen limitaciones dietéticas, los insectos pueden alimentarse de una diversidad mucho mayor de residuos. Un estudio reciente publicado en Frontiers in Sustainable Food Systems identificó subproductos como pulpa de frutas, restos de pan, subproductos del café, grano de cereal y residuos de cosechas como posibles ingredientes para su dieta. Estos subproductos representan millones de toneladas en Europa que, en muchos casos, son difíciles de gestionar y suponen un problema ambiental.
Aprovechar esta capacidad podría convertir a los insectos en una herramienta clave para cerrar los ciclos de producción agroalimentaria, reduciendo el desperdicio y creando nuevos recursos. Esta transformación no solo es una oportunidad para la sostenibilidad, sino también para generar valor económico a partir de residuos.
En el corazón de Castilla-La Mancha, Protiberia se ha consolidado como una de las empresas pioneras en el cultivo de insectos en España. Fundada en 2022, esta joven pero ambiciosa empresa nació con la visión de aprovechar el potencial del Tenebrio molitor para transformar el sector agroalimentario. Desde sus inicios, Protiberia identificó el poder de estos insectos como agentes de cambio en la producción sostenible de proteínas y otros compuestos valiosos.
Protiberia ofrece una gama de productos que incluye harina proteica para piensos, grasas para la industria alimentaria, quitina para aplicaciones farmacéuticas y agronómicas, y “frass” como fertilizante y bioestimulante. Su apuesta por la innovación ha sido reconocida con varios premios, como el primer puesto en los Premios EXPANSIÓN Start Up en la categoría de Alimentación y ´agrotech´ de 2024, que reconocen el potencial de la transformación del sector alimentario y el agrícola. Con ellas se logran procesos más eficientes y respetuosos con el medio ambiente. destacó su contribución al desarrollo sostenible y la bioeconomía.
El compromiso de Protiberia no se detiene ahí. Su estrategia de negocio se centra en un modelo descentralizado mediante el cual Protiberia produce los huevos y neonatos en sus propias instalaciones para así poder suminstrarlos a aquellos granjeros asociados que únicamente se tienen que encargar de la fase de engorde de la larva. Una vez la larva alcanza su tamaño máximo, Protiberia se encarga de procesarla y comercializarla.
Además, Protiberia combina tecnología avanzada y colaboración con centros de investigación, lo que les permite estar a la vanguardia del sector. La empresa no solo busca transformar residuos en recursos, sino también fomentar un modelo que genere impacto positivo en las comunidades rurales.
La apuesta de Protiberia por la innovación ha sido reconocida en el marco del Reto Europeo en Bioeconomía Circular de BioRural. En su convocatoria suroeste, que incluye a España, Portugal e Italia, Protiberia logró el segundo premio gracias a su propuesta innovadora de utilizar el substrato postcultivo de champiñón (Spent Mushroom Substrate, SMS) como parte de la dieta del Tenebrio molitor. Y próximamente, el 12 de mayo en Bruselas, será el representante español para la final del Reto de Bioeconomía Europeo organizado por BioRural.
Este substrato, que es un subproducto generado en la producción de champiñones, representa un problema ambiental si no se gestiona adecuadamente. Protiberia ha demostrado que los insectos pueden consumir hasta un 40% de SMS en su dieta sin afectar su crecimiento. Esta innovación no solo reduce los costos de alimentación en granjas de insectos, sino que también minimiza el impacto ambiental de este residuo.
Ubicada en la región de La Manchuela, una de las principales áreas productoras de champiñones en Castilla-La Mancha y en España, Protiberia está en una posición única para cerrar el ciclo entre la producción de champiñones y el cultivo de insectos. Este modelo representa un avance significativo hacia la circularidad y la sostenibilidad en el sector agroalimentario.
Protiberia continúa explorando nuevas formas de innovar en el campo de la circularidad agroalimentaria. En su esfuerzo por integrar el Spent Mushroom Substrate en la producción de insectos, la empresa busca establecer alianzas clave con productores de champiñones y centros de investigación. Estos socios serán fundamentales para identificar la composición óptima de la dieta, garantizar la calidad y salubridad de la proteína obtenida y cumplir con los estándares de seguridad alimentaria.
Además, Protiberia trabaja en el desarrollo de soluciones tecnológicas que permitan manejar y dosificar el substrato de champiñones en granjas de insectos a gran escala. Estas iniciativas apuntan a escalar el modelo de producción y consolidar a la empresa como referente en el uso de subproductos agroalimentarios.
Con cada paso, Protiberia reafirma su compromiso con un futuro más sostenible, donde los insectos y la circularidad sean protagonistas del cambio hacia una economía más verde y eficiente.
