10 de febrero, 2025
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El proyecto EnEWA, una iniciativa colaborativa en la que participan STADLER Anlagenbau GmbH, instituciones académicas y otros líderes de la industria, ha logrado avances significativos en la demostración de la viabilidad técnica del reciclaje de papel a partir de residuos mixtos. Sin embargo, el camino para liberar este potencial se topa con restricciones normativas que deben abordarse.

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La demanda de soluciones sostenibles para envases nunca ha sido tan grande, sobre todo en la industria alimentaria, donde los consumidores se inclinan cada vez más por productos que prometen responsabilidad medioambiental. Esta tendencia ha provocado una notable transición hacia los envases de papel, impulsada tanto por las fuerzas del mercado como por imperativos normativos. El mercado mundial de envases de papel está en auge: se espera que alcance los € 91,3 mil millones en Europa y los 70,7 mil millones en Norteamérica en 2025, y se prevé que crezca a una tasa de crecimiento anual compuesta (TCAC) del 4,8 % y el 3,9 %, respectivamente, hasta 2030. La industria alimentaria se sitúa así a la vanguardia de esta transición, y los envases de cartón para líquidos se están convirtiendo en uno de los tipos de envases de más rápido crecimiento, impulsados por las preferencias de los consumidores y los objetivos de sostenibilidad. Sin embargo, la promesa de los envases de papel no está exenta de dificultades, sobre todo por lo que se refiere al reciclaje.

A pesar de la rápida adopción de soluciones de papel, aún sigue sin reciclarse una cantidad considerable de papel, especialmente el que procede de flujos de residuos mixtos.

Diversos estudios han revelado que, sólo en Alemania, los residuos de envases ligeros tienen potencial para suministrar anualmente unas 100 000 toneladas de papel de alta calidad, un recurso que sigue sin aprovecharse en gran medida debido a diversos problemas persistentes.

El proyecto EnEWA, una iniciativa colaborativa en la que participan STADLER Anlagenbau GmbH, instituciones académicas y otros líderes de la industria, ha logrado avances significativos en la demostración de la viabilidad técnica del reciclaje de papel a partir de residuos mixtos. Sin embargo, el camino para liberar este potencial se topa con restricciones normativas que deben abordarse.

El creciente reto de los envases de papel

La industria alimentaria está realizando una notable transición hacia los envases de papel, impulsada tanto por preocupaciones medioambientales como por la demanda de los consumidores.

Las empresas están invirtiendo mucho en soluciones de papel sostenibles, con innovaciones como las botellas de papel de Pulpex fabricadas con pasta de madera de origen sostenible, que ponen de relieve el compromiso del sector con la reducción de la huella ambiental. A pesar de estos avances, el reciclaje de papel, especialmente el procedente de envases compuestos, sigue siendo una cuestión compleja.

Los envases compuestos, que suelen utilizarse en productos alimentarios, combinan varias capas de materiales como papel, plástico y aluminio. Estas capas son difíciles de separar, lo que hace que el proceso de reciclaje requiera mucha energía y sea propenso a la contaminación. Además, algunos de los nuevos envases compuestos pueden confundir a los consumidores, ya que pueden parecer totalmente de papel pero contener capas de otros materiales. Aunque los avances tecnológicos son prometedores, el marco normativo plantea importantes obstáculos.

El obstáculo normativo

Las diferentes normativas buscan garantizar la seguridad y la calidad de los materiales reciclados utilizados en aplicaciones en contacto con alimentos, aunque los enfoques varían.

La normativa de la UE es prescriptiva y exige pruebas detalladas, documentación y, a menudo, autorización previa a la comercialización, lo que refleja un enfoque preventivo para garantizar la seguridad de los consumidores. La Recomendación XXXVI del BfR alemán, aunque es oficialmente una directriz, impone criterios estrictos para minimizar los riesgos de contaminación y restringe de hecho el uso de papel reciclado procedente de flujos mixtos para aplicaciones alimentarias, lo que influye en las prácticas de la industria y en los acuerdos contractuales. Las normativas de otros países de la UE, como España e Italia, son menos prescriptivas, pero siguen exigiendo un elevado nivel de control por lo que respecta al origen de las fibras recicladas. Esto plantea retos para el uso de mezclas de papel recuperado en envases alimentarios, reflejando un compromiso europeo más amplio para mantener la seguridad de los materiales reciclados. Los países escandinavos cumplen la normativa de la UE al tiempo que añaden directrices nacionales para abordar problemas regionales específicos y garantizar una elevada seguridad de los consumidores.

La normativa norteamericana, en cambio, se centra más en la seguridad general y las buenas prácticas de fabricación; esto permite una mayor flexibilidad, pero deja en manos de los fabricantes una mayor responsabilidad para garantizar su cumplimiento.

"El proyecto EnEWA ha demostrado que con los ajustes tecnológicos adecuados, como la mejora de los procesos de clasificación e higienización, se puede reciclar papel de alta calidad a partir de flujos de residuos mixtos", explica Annika Ludes, ingeniera de producto de STADLER. "Sin embargo, para aprovechar plenamente este potencial, es esencial que se produzcan cambios en el panorama normativo. La modificación de directrices como la Recomendación XXXVI del BfR podría allanar el camino para un uso más sostenible del papel reciclado en la industria alimentaria".

Contribuciones del proyecto EnEWA

El proyecto EnEWA ha proporcionado pruebas convincentes de que el reciclaje de papel a partir de residuos mixtos es técnicamente viable. El proyecto demostró que, mediante tecnologías de clasificación innovadoras y procesos adaptados con clasificación mecánica en seco, tratamiento húmedo e higienización, se podían obtener fibras secundarias y utilizarlas en la producción de papel sin problemas significativos de contaminación. Se optimizaron tecnologías especiales de clasificación, como los sensores de infrarrojo cercano (NIR), para identificar y separar los materiales compuestos. Además, procesos como la dispersión en caliente bajo sobrepresión resultaron eficaces para reducir la contaminación microbiológica.

Más allá de los avances tecnológicos, el proyecto EnEWA se ha comprometido con las autoridades reguladoras, abogando por la actualización de las directrices en materia de gestión de residuos y la modificación de normativas restrictivas. Ha elaborado recomendaciones con vistas a un enfoque normativo más flexible, especialmente para aplicaciones ajenas al sector alimentario o para el envasado de alimentos secos, respaldadas por datos científicos procedentes de experimentos en los que se plantea el peor de los casos. El proyecto también ha celebrado talleres en los que han participado representantes de las partes interesadas, como la industria del embalaje, operadores de instalaciones de clasificación y plantas de reciclaje de papel.

El futuro del reciclaje de papel

Aunque el proyecto EnEWA ha concluido, su legado continúa. STADLER, ahora socio asociado del proyecto SPaRe, trabaja para seguir mejorando la eficiencia energética del ciclo de reciclaje del papel. Esta iniciativa pretende optimizar la utilización de materiales residuales en la producción de papel, ahorrando potencialmente 1 TWh de energía al año —equivalente al 1,6 % del consumo anual de energía de la industria papelera— y reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero en aproximadamente 350 000 toneladas equivalentes de CO2 al año.

El proyecto EnEWA ha puesto de manifiesto el potencial desaprovechado del reciclaje de papel y ha demostrado que existe la tecnología necesaria para reciclar cantidades significativas de papel a partir de residuos mixtos. Sin embargo, la liberación de este potencial exige un esfuerzo concertado para superar las barreras normativas y mejorar las prácticas de gestión de residuos. Al abordar estos retos, podemos convertir lo que actualmente es un recurso perdido en una piedra angular de los envases sostenibles e impulsar la industria hacia un futuro más circular y respetuoso con el medio ambiente.

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