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Bajo el título “Sogama: solución integral y circular para la gestión de los residuos municipales en Galicia”, Javier Domínguez expuso los pormenores del sistema de gestión mayoritario en esta comunidad, incluidas sus instalaciones, operativa y logística, así como los proyectos de innovación ambiental que esta Sociedad lidera.
El presidente de Sogama, Javier Domínguez, participó esta semana en el III Encuentro de empresas públicas de gestión de residuos de la Cornisa Cantábrica, celebrado en Bizkaia y organizado por Garbiker, empresa 100% pública de gestión de residuos perteneciente a la Diputación Foral, y lo hizo junto a representantes de entidades tan relevantes en el sector como Cogersa, GHK, Mare y Garbiker, asistiendo también la compañía GRHUSA (Gestión de Residuos Huesca), en calidad de invitada.
Bajo el título “Sogama: solución integral y circular para la gestión de los residuos municipales en Galicia”, Domínguez Lino expuso los pormenores del sistema de gestión de residuos mayoritario en esta comunidad (no en vano da servicio a 295 ayuntamientos), que fue avalado en sus orígenes por la Comisión Europea, ratificado años después a través de una auditoría externa e independiente encargada desde Bruselas, y consolidado a día de hoy como un modelo de referencia para otros muchos territorios por su capacidad para gestionar los desechos de forma integral, ya que contempla la aplicación prioritaria del principio de las tres erres (reducción, reutilización y reciclaje), que tiene continuidad con la recuperación energética de la parte no reciclable a fin de minimizar el vertido, la opción más contaminante.
La red de infraestructuras de la que dispone esta Sociedad para llevar a cabo su cometido, fue uno de los puntos más relevantes en la alocución de su presidente, toda vez que la empresa está dimensionada y preparada para responder a las particularidades geográficas, orográficas y de dispersión poblacional de Galicia.
Un complejo medioambiental, situado en Cerceda (A Coruña), constituye el epicentro de la gestión de la bolsa amarilla y negra. En el primer caso, mediante la selección de los envases de plástico, latas y briks procedentes de la recogida selectiva del contenedor amarillo para remitirlos a los centros recicladores y, en el segundo, mediante la recuperación material de la parte reciclable depositada erróneamente por el ciudadano en el contenedor genérico y la transformación en electricidad de la no reciclable.
Para que los residuos producidos por más de 2,2 millones de habitantes lleguen a este centro de tratamiento, Sogama se vale de 37 plantas de transferencia y una ambiciosa logística protagonizada por el ferrocarril como medio preferente para el transporte de residuos.
Por su parte, la materia orgánica recogida de forma diferenciada a través de los contenedores marrones se trata en las 4 plantas de biorresiduos que esta empresa pública tiene en funcionamiento en las 4 provincias gallegas, utilizando para ello de 11 de las 37 plantas de transferencia a las que ha dotado con una tolva específica para el trasvase de esta fracción.
Javier Domínguez también habló de los proyectos de innovación ambiental en los que la Sociedad está inmersa y lidera, como es el caso de Gresint, cuyo objeto es la incorporación de tecnologías inteligentes a la gestión de residuos; BFC Climatech, orientado hacia la recuperación y reciclaje del residuo textil contenido en la bolsa negra; y Smmash, cuya pretensión es desarrollar nuevos materiales a partir de la recuperación de metales contenidos en las escorias.
No obstante, fue en el avance del nuevo plan estratégico de Sogama para el período 2025-2030, donde anunció los dos ejes sobre los que éste pivotará, como es la recuperación de textil, a través de la puesta en marcha de una planta de clasificación para este residuo, que contará con capacidad para 3.000 toneladas anuales, pudiendo llegar a las 24.000, y a la que se destinará una inversión de 14 millones de euros; y la transformación digital, tanto desde la dimensión industrial como administrativa, lo que permitirá a la compañía ganar en eficiencia y agilidad, además de ahorrar tiempo, sin olvidar el trabajo continuo en el ámbito de la economía circular, la incorporación de las últimas tecnologías disponibles y la mayor profesionalización del equipo humano.
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