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Mañana, 19 de noviembre se celebra el día Mundial del Retrete de 2024 bajo el lema: El retrete es un lugar para la paz. Un mensaje con el que la Organización de Naciones Unidas quiere transmitir que el retrete es un espacio esencial de nuestras vidas y por ello debería ser seguro y no suponer ningún riesgo.
Pese a ser un Derecho Humano y estar recogido en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, en la actualidad, 3.500 millones de personas no cuentan en sus viviendas con sistemas que eliminen los excrementos de forma segura y 419 millones siguen defecando al aire libre.
En torno a 1.800 millones de habitantes del planeta beben agua no potable que podría estar contaminada por heces y 900 millones de estudiantes en todo el mundo carecen de instalaciones para lavarse las manos, aspectos crítico en la propagación de enfermedades mortales como el cólera, según Naciones Unidas.
El 80% de las aguas residuales generadas por la población mundial regresan al medio ambiente sin ser tratadas o reutilizadas. Esta exposición a las heces humanas tiene consecuencias sobre la salud pública, las condiciones de vida y de trabajo de las personas, la nutrición, la educación y la productividad económica en todo el mundo.
La realidad es que el saneamiento de miles de millones de personas corre peligro a causa de los conflictos, el cambio climático, los desastres naturales y otros factores.
Estas últimas semanas hemos comprobado con inmenso dolor cómo las inundaciones suponen una amenaza significativa para la vida y para las infraestructuras críticas (IC), como el suministro de electricidad, las telecomunicaciones, el agua potable, el tratamiento de aguas residuales y el gas
La gestión del riesgo de inundación en las infraestructuras críticas cobra mayor importancia en un contexto de cambio climático, en el que los eventos extremos son más frecuentes e intensos.
Estanislao Arana, director académico del Foro de la Economía del Agua, señala que “en España el Centro Nacional de Protección de Infraestructuras Críticas (CNPIC) incluye al agua como uno de los sectores críticos a efectos de seguridad nacional, por la capilaridad e impacto en el conjunto de la Sociedad que tienen las infraestructuras hídricas, tanto de abastecimiento como de saneamiento en caso de catástrofes o desastres naturales”.
De hecho, explica Arana, “los Planes de Gestión del Riesgo de Inundaciones 2022-2027 identifican 664 estaciones depuradoras de aguas residuales urbanas dentro de los puntos de interés en zonas inundables, un área en riesgo que ha pasado de los 19.900 a los 25.000 kilómetros cuadrados respecto a los Planes anteriores”.
Es en este nuevo escenario hidrológico ante el que nos encontramos, “siendo España el Estado miembro de la Unión Europea con la mayor desproporción entre los caudales extraordinarios de crecida y los caudales ordinarios de sus cauces fluviales, debemos extremar la resiliencia de nuestro Sistema de Saneamiento, cada vez más expuesto a fenómenos meteorológicos extremos para garantizar la salud pública y ambiental y lograr que los servicios de saneamiento y abastecimiento de agua sean resilientes, eficaces y accesibles a toda la población”.
Porque además de proteger la vida y la salud, el retrete es un lugar para el progreso. El saneamiento es un derecho humano que protege la dignidad y transforma la vida de mujeres y niñas en especial.
Más inversión y una mejor gestión del saneamiento son claves para un mundo más justo y pacífico.
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