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Una de las principales prioridades de los negociadores en Bakú será acordar un nuevo objetivo de financiación para el clima que garantice que todos los países dispongan de los medios necesarios para adoptar medidas climáticas mucho más contundentes, reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y construir comunidades resilientes.
El objetivo es que la conferencia ayude a desbloquear los billones de dólares que los países en desarrollo necesitan para mitigar las emisiones nocivas de carbono, adaptarse al cambio climático y hacer frente a las pérdidas y daños que ha causado.
También continuaran los debates celebrados en la Cumbre del Futuro de la ONU a principios de este año sobre la reforma de la arquitectura financiera internacional. El Secretario General de la ONU, António Guterres, ha descrito el sistema actual como «totalmente inadecuado para su propósito» y mal equipado para hacer frente a los retos actuales: muchos países pobres se enfrentan a niveles insostenibles de deuda que les impiden invertir en protección social y atención sanitaria, por no hablar de las medidas que permitirían la transición a una economía baja en carbono.
Como siempre, habrá un apretado programa de negociaciones, discursos, conferencias de prensa, actos y mesas redondas en el recinto de la conferencia, dividido en una Zona Verde, supervisada por la Presidencia de la COP29 y abierta al público en general, y una Zona Azul gestionada por la ONU.
Aquí es donde tendrán lugar las negociaciones, ya que los representantes de las naciones del mundo intentarán llegar a un acuerdo antes de que finalice el evento. Normalmente se llega a un acuerdo, pero no sin dramatismo, ya que los desacuerdos de última hora hacen que las conversaciones se prolonguen más allá de su plazo oficial.
La importancia de las COP radica en su poder de convocatoria: puede que las decisiones que se toman en cada una de ellas no lleguen tan lejos como algunos esperan, en lo que se refiere a abordar la crisis climática, pero se toman por consenso, uniendo a los países del mundo en acuerdos internacionales que establecen normas y hacen avanzar la acción en áreas críticas.
En 2015, en la COP21 se alcanzó el histórico Acuerdo de París en el que los países acordaron reducir el calentamiento global muy por debajo de los 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitarlo a 1,5 grados.
El Acuerdo de París se basa en un ciclo de cinco años de medidas climáticas cada vez más ambiciosas por parte de los países. La próxima actualización de los planes nacionales de acción por el clima -conocidos como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés)- está prevista para 2025. Este proceso ha dado lugar a mejoras incrementales pero importantes, en términos de reducción de emisiones y medidas para fomentar la adopción de fuentes de energía renovables.
Cada año, los negociadores se basan en los progresos realizados en la COP del año anterior, reforzando las aspiraciones y los compromisos, e impulsando nuevos acuerdos, basados en los últimos descubrimientos científicos sobre el clima y el papel de la actividad humana en la crisis.
Más allá de los muros de la conferencia, hay muchos indicios positivos de que la transición hacia una energía limpia se está acelerando y ya está dando enormes dividendos en términos de creación de empleo e impulso a las economías que la están adoptando.
Las energías renovables están entrando en el sistema energético a un ritmo sin precedentes, y la electricidad procedente de la nueva energía eólica y solar es ahora más barata en la mayoría de los lugares que la electricidad procedente de combustibles fósiles.
El futuro de las energías renovables es inevitable. Se espera que quienes tomen medidas decisivas e inviertan hoy en tecnologías limpias cosechen los mayores beneficios en los próximos años.
Incluso antes de que finalice la COP29, los delegados estarán ultimando los detalles de sus planes climáticos nacionales mejorados, que, entre otros objetivos, se centrarán en la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles y en mantener el mundo en la senda hacia un aumento de la temperatura global no superior a 1,5 grados.
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