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En España contamos con zonas de pastos o praderas marinas privilegiadas y únicas en el mundo, que viven sumergidas en el agua y en áreas poco profundas de las costas.
Las algas que se amontonan de vez en cuando en la orilla de la playa no son suciedad, sino lechos de pastos o praderas marinas que se desprenden durante el otoño, salen a la superficie y son imprescindibles para abordar el cambio climático y proteger las zonas costeras de manera natural frente a la erosión causada por olas, tormentas y otros fenómenos naturales.
Los pastos marinos forman extensas praderas en las cuales se desarrollan hábitats complejos, altamente productivos y de gran riqueza biológica, asumiendo funciones vitales que contribuyen al buen funcionamiento del ecosistema marino, como son la de filtrar los sedimentos del agua en la que habitan, a la que otorgan un alto grado de transparencia y oxigenación, proporcionar alimento y refugio a miles de especies de peces, caballitos de mar, tortugas...
Y cada vez más, se reconoce la importancia de su conservación y rehabilitación como medida de mitigación y adaptación al cambio climático. Su contribución a regular procesos físicos que favorecen la estabilización y previenen la erosión de la línea de costa, hace que sean considerados como una infraestructura verde.
A pesar de que ocupan solo 0’2% del fondo marino, las praderas marinas contribuyen a capturar el 10% del carbono almacenado por los océanos, el llamado “carbono azul”, que puede retener carbono de la atmósfera hasta 35 veces más rápido que los bosques tropicales. Sin embargo, desde 1930 se ha observado un declive de los pastos marinos a nivel mundial.
Hay muchos motivos que explican esta degradación de ecosistemas, pero entre las actividades más perjudiciales se encuentra la acción humana. La explotación de determinadas zonas costeras, la presión por el elevado número de turistas que visitan un mismo territorio en unos pocos meses al año, el fondeo de embarcaciones de manera descontrolada, los vertidos, la pesca furtiva, etc.
A pesar de que, en muchas ocasiones, la actividad humana resulta perjudicial para el medio ambiente; también cumple una importante misión en el fomento de distintas líneas de investigación que provean información para la restauración exitosa de estos hábitats y sensibilicen a la población, residente y visitante, sobre la importancia de mantener unos hábitos de vida respetuosos, equipos como el de la Fundación Blue Life junto a entidades como la Fundación Banco Santander y el CSIC-IMEDEA, son un ejemplo, que involucra a la sociedad en actividades científicas, promoviendo su cooperación activa en la investigación para conservar y restaurar la biodiversidad marina y muy especialmente las praderas de Posidonia oceanica en Ibiza.