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Sedigas reclama políticas tecnológicamente neutras y medidas para el aprovechamiento de los potenciales de los gases renovables, biometano e hidrógeno renovable. España debe aspirar a producir un mínimo de 35 TWh de biometano en 2030 y, en el caso del hidrógeno renovable, debería aspirar a consolidar el objetivo de una potencia de 11 GW de electrolizadores, ya que cuenta con un potencial de producción suficiente reconocido en ambos casos por la Comisión Europea. Resulta necesario no desincentivar el uso del gas natural en el corto plazo como vector de descarbonización ya que, mientras se van incorporando progresivamente los gases renovables, proporciona una solución inmediata y eficiente, entre otros, a través de los ciclos combinados para garantizar la seguridad de suministro eléctrica en nuestro país.
La Asociación Española del Gas, Sedigas está firmemente comprometida con la transición energética hacia un sistema más sostenible y apoya de forma general la implementación de las políticas orientadas a facilitar una reducción significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero, de modo que nuestro país pueda contribuir a los compromisos adquiridos por la Unión Europea en el Acuerdo de París.
Los tres principales ejes sobre los que se basan los comentarios de Sedigas a la propuesta inicial del PNIEC:2023-2030 presentados durante el plazo de alegaciones son:
De nuevo, reiteramos nuestra adhesión al mismo principio. La propuesta de actualización del plan promueve ahora una electrificación renovable masiva en detrimento de otras tecnologías, también renovables, y en contra de la eficiencia económica. La asociación solicita que se considere un enfoque más equilibrado que reconozca los beneficios y oportunidades que ofrecen todas las soluciones y fuentes de energía disponibles hoy en día.
Joan Batalla, presidente de Sedigas: La actualización del PNIEC debería promover una significativa contribución a los objetivos climáticos y energéticos europeos, con compromisos más sólidos y objetivos más ambiciosos. El aprovechamiento del potencial de producción de biometano de España preocupa especialmente debido a objetivos poco ambiciosos (20TWh de producción de biogás, alejado del objetivo de entre 35 y 47 TWh que propone el sector) en comparación con las estimaciones de informes nacionales y otros recientes avalados por la propia Comisión Europea. Este 2023 está llamado a ser un año clave para el futuro mercado de los gases renovables en la UE y en España. Las metas son ambiciosas, pero posibles, y alcanzarlas requiere de un marco regulatorio estable e igual de ambicioso, que atraiga y movilice las inversiones necesarias de la iniciativa privada. Si España quiere seguir avanzando de manera decidida en la senda de la descarbonización y la autonomía energética, y no desaprovechar la oportunidad que le brinda Europa, es necesario un PNIEC alineado con la capacidad real de producción del país y las recomendaciones e instrumentos del “Fit For 55” y “REPowerEU”.
Equilibrar el protagonismo de las opciones energéticas de forma realista y pragmática
Sedigas ha presentado una serie de alegaciones al texto inicial propuesto por el Gobierno de España, que reflejan su posición sobre la relevancia de considerar un enfoque equilibrado y tecnológicamente neutro para la transición energética de nuestro país.
La Asociación considera importante incluir el análisis de una variedad de escenarios en el PNIEC para tener mayor sensibilidad y comprensión de las posibles evoluciones del mix energético. Estos escenarios deberían tener en cuenta factores como la demanda energética, la disponibilidad de recursos renovables y la infraestructura existente, así como su coste de consecución asociado; incluyendo también el impacto económico para el ciudadano. Esto permitiría una evaluación más completa de las opciones energéticas y ayudaría a desarrollar políticas más realistas y eficientes, teniendo en cuenta el papel de todas las energías disponibles como el gas natural, los gases renovables (biometano e hidrógeno renovable) y sus tecnologías asociadas en la transición energética.
España debe aspirar a un mínimo de entre 35 y 47 TWh de biometano en 2030
Sedigas insiste en la falta de ambición en los objetivos para el biometano y destaca la necesidad de una mayor concreción en el desarrollo del hidrógeno renovable en el borrador del PNIEC.
El biometano, producido a partir de residuos o recursos naturales, evita las emisiones directas en origen y su desarrollo reporta beneficios relacionados con la gestión de residuos, el desarrollo rural, la economía circular y la seguridad del suministro. Además, España cuenta con un potencial de producción de biometano suficiente para poder contribuir significativamente con los objetivos europeos de descarbonización y reducción de su dependencia energética del exterior.
La aspiración de lograr ese umbral en 2030 – equivalente hoy a un 10 - 13% de la demanda anual de 2022 - es respaldada por sus beneficios ambientales, sociales y económicos, así como por su capacidad para contribuir de manera significativa a la mitigación del cambio climático y al logro de objetivos energéticos sostenibles. Por todo ello, Sedigas propone, de nuevo, el establecimiento de un objetivo de producción de biometano en la mezcla de gases para 2030 de al menos 35 TWh.
La condición del biometano de fuente de energía renovable no eléctrica puede contribuir significativamente a alcanzar la descarbonización al menor coste posible, especialmente mediante la inyección en red de este gas renovable. Esta sería la opción de consumo más eficiente, pues posibilita que el biometano sea suministrado a un mayor número de clientes, equilibrando producción y demanda, y aprovechando las infraestructuras ya existentes que, recordemos, no necesitan adaptación para acoger este gas. Por ello, Sedigas no entiende que el PNIEC valore más positivamente el consumo in-situ, el que no es distribuido aprovechando la robusta y amplísima red gasista española.
En relación con el hidrógeno, Sedigas señala la falta de concreción en elementos fundamentales para el desarrollo del hidrógeno renovable, lo que podría afectar a su viabilidad y despliegue efectivo. Estas podrían ser recogidas en la necesaria actualización de la Hoja de Ruta del Hidrógeno Renovable para que contemple un escalado a 2040 y visión para 2050. Por ello, la asociación solicita que se mantenga el objetivo de 11 GW de electrolizadores para 2030, en comparación con los 4 GW actuales. Más aun teniendo en consideración la relevancia de la robusta infraestructura de transporte y distribución de gas existente y del Corredor Ibérico de H2 (H2Med), señalado como proyecto clave por la Comisión Europea para alcanzar los objetivos incluidos en “REPowerEU”.
Además, el documento presentado a consulta no considera el ‘blending’ de gas natural e hidrógeno renovable, siendo ésta una solución que contribuiría a la descarbonización eficiente del sector gasista, así como al desarrollo de una economía de hidrógeno. Por ello, se torna una solución imprescindible que el PNIEC debería contemplar.
El gas natural, clave para la garantía de suministro y palanca para la transición
Sedigas destaca la importancia de no desincentivar el uso del gas natural en el corto plazo como vector de descarbonización al desplazar otros hidrocarburos más contaminantes. El gas natural, mientras se vayan incorporando los gases renovables, proporciona una solución inmediata y económicamente eficiente para avanzar hacia la consecución de los objetivos de descarbonización para 2050, a través de una tecnología madura, fiable y eficiente.
Ciclos combinados
Sedigas reitera la necesidad de reconocer el valor estratégico de los ciclos combinados como pilar de la seguridad energética en un entorno de alta penetración renovable no gestionable, dada su flexibilidad y eficiencia operativa en la generación eléctrica. El mantenimiento de la potencia instalada de ciclos combinados de gas (26,6 GW) -respecto de la versión anterior del PNIEC- es una prueba inequívoca del papel fundamental que esta tecnología seguirá teniendo para garantizar el suministro eléctrico en el horizonte 2030. Por ello, su inclusión en las previsiones de la futura matriz energética debe ir acompañadas de la necesidad del desarrollo de mecanismos de mercado que permitan su viabilidad económica y, en caso de no ser ésta posible, se debe facilitar su libre salida del mercado.
Además, se considera necesario el establecimiento de medidas nacionales adicionales que garanticen la seguridad del suministro eléctrico, así como la fijación de un sistema de retribución para las infraestructuras asociadas a los ciclos combinados, dada la inclusión en el PNIEC de caídas de producción eléctrica de los ciclos; junto con la necesidad de mantener dicha tecnología.
Sirva como ejemplo como durante los meses de junio, julio y agosto la aportación media de los ciclos combinados alcanzó el 21,4% del total de la generación nacional. Este dato pone de manifiesto, un verano más, el papel estratégico de los ciclos combinados para garantizar la seguridad de suministro. Esto es particularmente significativo en los momentos en los que otras tecnologías reducen su aportación, ofreciendo así la flexibilidad necesaria para contrarrestar la intermitencia y variabilidad de la producción de renovables.
Calefacción
Es relevante considerar que tanto las bombas de calor eléctricas como las calderas de gas tienen sus propias ventajas y desafíos en términos de eficiencia, sostenibilidad y aplicaciones específicas. En este sentido, la elección entre una bomba de calor y una caldera de gas depende de muchos factores, como la ubicación geográfica, las necesidades de calefacción y enfriamiento, la disponibilidad de energía renovable y la infraestructura existente. En la búsqueda de soluciones energéticas sostenibles, es crucial considerar cuidadosamente todas las opciones disponibles y evaluar cuál se adapta mejor a las necesidades específicas de cada caso. Se debe reiterar la relevante aportación que pueden realizar las calderas ya preparadas para ser compatibles con el uso de biometano e hidrógeno renovable que podrían ser una elección valiosa para favorecer la descarbonización del sector de la edificación.