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La Asociación Española de la Biomasa considera positivo y necesario ampliar los objetivos dirigidos a combatir el cambio climático y a aumentar la independencia energética del país. Sin embargo, la biomasa sufre una inexplicable subestimación tanto en el vigente Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) como en el primer borrador para su actualización recientemente presentado por el gobierno a la Comisión Europea.
Javier Díaz, presidente de AVEBIOM, opina que “el segundo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima debería considerar de manera más profunda el papel fundamental de la bioenergía en nuestro país.
Por una parte, aumentar significativamente la contribución de la biomasa forestal en el mix energético es una cuestión de supervivencia para nuestros bosques, amenazados por incendios cuyo poder de devastación es directamente proporcional a la acumulación de materia vegetal, que no deja de aumentar.
Y, por otra parte, acometer con decisión la valorización de los subproductos de la industria y del campo resolvería en buena parte los problemas que plantea su actual gestión”.
De nuevo, el objetivo para generación eléctrica con biomasa es poco ambicioso (1,4 GW sobre 166,2 GW renovables totales en 2030) y, en el uso térmico de la biomasa, el plan no propone siquiera un objetivo concreto, expresado de forma numérica.
Si bien el borrador del plan reconoce acertadamente la necesidad de reducir la carga de combustible forestal para mitigar incendios y facilitar la extinción, no presenta acciones para aprovechar la biomasa resultante, por ejemplo, como biocombustible en lugar de combustibles fósiles.
Desde los años 90, en España solo se aprovecha un máximo del 40% del crecimiento anual de madera en bosques (según los inventarios forestales nacionales IFN 2, IFN3, IFN4), lo que ha resultado en que el stock de madera en pie se haya duplicado.
Para facilitar la reducción de dicho exceso de biomasa forestal resultaría muy efectivo establecer una Hoja de Ruta con unos objetivos claros para su uso sostenible.
AVEBIOM propone la construcción de al menos 200 nuevas redes de calor con biomasa forestal o, expresado en potencia: 2.800 MW, lo que requeriría la movilización de 1.200.000 toneladas de biomasa; el de sustituir al menos 500.000 equipos de calefacción obsoletos por equipos modernos de biomasa, que consumirían 530.000 toneladas de biomasa certificada; y la construcción de 500 MW eléctricos en centrales de mediana potencia (10-25 MW) estratégicamente ubicadas en áreas forestales que necesiten reducir densidad de biomasa.
En relación a la valorización energética de podas de cultivos agrícolas leñosos, principalmente del olivar y sarmientos, proponer su utilización en el ámbito residencial en forma de astilla y pellet resulta poco acertado. La actividad agrícola genera cada año en España casi 13 millones de toneladas de materia seca de restos herbáceos y leñosos, que podrían reemplazar millones de litros de combustibles fósiles en calderas industriales (a partir de 200-300 kW) y utilizarse como fuente de energía en nuevas redes de calor y centrales eléctricas de biomasa.
El uso de biomasas poco procesadas permite un ahorro significativo de gases de efecto invernadero y energía al evitar el proceso de secado, transporte y peletización. Por otra parte, esta biomasa, carente de impregnaciones y agentes contaminantes, es referida en ocasiones en el PNIEC como residuo, cuando en realidad no lo es.
Respecto a las emisiones de partículas ligadas a biomasa, el borrador atribuye las emisiones de PM2,5 primarias a la biomasa como principal fuente contaminante. Sin embargo, es esencial distinguir entre tipos de biomasa y su uso. Las calderas y estufas actuales (cumpliendo regulaciones de ecodiseño y certificación de combustibles) poseen eficiencia y emisiones de partículas muy bajas, a diferencia de los dispositivos obsoletos.
De hecho, los factores de emisión actuales no evalúan adecuadamente las calderas modernas, algo que es necesario actualizar cuanto antes como se ha hecho en otros países de Europa.
Por último, el borrador no menciona la posibilidad de integrar tecnologías de captura de carbono en plantas eléctricas y redes de calor alimentadas con biomasa (BECCS o producción de biochar). Esta opción es crucial para lograr emisiones negativas y generar energía renovable, como reconocen organismos como la Agencia Internacional de la Energía.
La Asociación Española de la Biomasa ha enviado sus alegaciones en relación con la biomasa y las medidas propuestas en el borrador del PNIEC.