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Desde Baja California en México hasta la Patagonia argentina, la geografía latinoamericana exhibe casos de éxito en la implementación de desalinización y reúso de agua como medidas para robustecer sus sistemas hídricos.
A pesar de las dificultades hídricas que enfrenta Latinoamérica, la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso de Agua, ALADYR, considera que existen razones para celebrar el Día Mundial del Agua y entre ellas destacan una mayor profesionalización del sector, casos de éxitos en aplicación de tecnologías e iniciativas y normativas que hacen vislumbrar que un futuro sostenible es posible.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, más de 160 millones de personas en la región no cuentan con un suministro de agua potable confiable y sólo el 20% de las aguas residuales generadas son debidamente tratadas. El panorama se ensombrece más a medida que la escasez y las sequías se intensifican a causa del cambio climático y las postales de ríos secos y ganado moribundo aparecen con mayor frecuencia en los medios.
Según estimaciones de ONU Agua, en la región se deben incrementar 14 veces los esfuerzos actuales de inversión para acelerar la implementación y alcanzar el ODS 6 en 2030. Por su parte, Cepal precisa que la inversión de 1,3% del PIB regional anualmente de aquí hasta 2030 permitiría universalizar el acceso a agua potable y saneamiento gestionado de forma segura, lo cual podría generar hasta 3,6 millones de empleos anuales.
ALADYR se suma al tema propuesto por la ONU para el Día Mundial del Agua de este año. Para la Asociación “Acelerar el Cambio” consiste en aumentar considerablemente el esfuerzo y la inversión en la infraestructura para tratar y reaprovechar las aguas residuales y para potabilizar el agua de mar.
Creen que casos como el de comunidades agrícolas en Baja California que utilizan la desalinización de agua de mar y pozos salobres para el riego en zonas desérticas y el de Caleta Olivia, ciudad situada en la región patagónica argentina, que potabiliza el agua de mar para abastecer a una demanda históricamente insatisfecha, son la evidencia de la capacidad técnica de la región para adaptarse a la escasez hídrica de las fuentes convencionales.
Agregaron que proyectos como el de la ampliación y optimización de la planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR) El Salitre, que sirve a Bogotá, Colombia y que destaca por aprovechar la materia orgánica de los desechos para producir fertilizantes, el metano generado en el proceso para producir energía y el agua tratada para el riego, son indicios de que el sector se ha profesionalizado a la par de las potencias en el rubro como España e Israel, que constituyen grandes ejemplos de eficiencia hídrica.
“En los últimos años hemos sido testigos de lo peor del cambio climático con sequías históricas en varios países de la región como Chile, Argentina y México, pero también hemos visto lo mejor del ingenio humano aplicado a la gestión hídrica en Latinoamérica con proyectos como las biofactorías de Santiago de Chile, la PTAR Atotonilco en México o el proyecto Provisur en Lima, Perú. Cada una de estas instalaciones son referencias globales de eficiencia y aplicaciones tecnológicas” declaró Gerald Ross, presidente de ALADYR.
Reúso en América Latina y el Caribe
Continuando con el reúso, que consiste en tomar las aguas residuales y tratarlas para llevarlas a una calidad suficiente para aplicaciones agrícolas, urbanas, ambientales o industriales, ALADYR sostiene que esta práctica es cada vez más frecuente en toda la región.
La distribución desigual de los recursos hídricos en la región y el aumento de la demanda debido al crecimiento poblacional son factores que justifican el reúso de agua tratada. Además, está práctica supone la reducción de la contaminación de cuerpos de agua, la mejora de la calidad de vida de las poblaciones aledañas y el incremento de agua segura para el riego agrícola.
Recientemente el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, publicó un estudio en el que destaca diez casos de éxito que van desde México, en el extremo norte del subcontinente, hasta Argentina en el sur. Estos casos fueron escogidos tanto por su ubicación geográfica como por los retos y las lecciones aprendidas a lo largo de su ejecución y operación.
La primera de estas experiencias en ser destacadas por el estudio se da en la ciudad de Antofagasta, Chile, la cual ha experimentado un crecimiento demográfico exponencial debido al aumento de la oferta laboral en la industria minera. La planta de tratamiento ubicada en el sector industrial Salar del Carmen, recibe la totalidad de las aguas servidas de la ciudad y las trata para destinarlas a industrias dedicadas a la elaboración de productos de cobre y zinc.
Luego, Aquapolo Ambiental, en la ciudad brasileña de São Paulo es considerado uno de los mayores proyectos de reúso de agua en el mundo. El agua tratada se utiliza para fines industriales, como la producción de papel y celulosa.
Atotonilco, en México es superlativa en lo que a plantas de tratamiento se refiere. Es la mayor del mundo construida en una sola fase y la tercera en capacidad. Su puesta en marcha transformó al Valle del Mezquital en una de las zonas con el mayor uso de aguas residuales tratadas en el sector agrícola convirtiéndose en una referencia global para esta práctica.
La mina de Cerro Verde en Perú utiliza agua tratada para sus operaciones mineras, lo que ha permitido reducir el consumo de agua fresca y disminuir la contaminación de los ríos cercanos. La planta La Enlozada posibilita la expansión de la actividad minera sin comprometer el uso del agua del río para consumo humano. El proyecto contempló el tratamiento del 100 % de las aguas residuales de la ciudad de Arequipa.
El caso de Monterrey, México destaca por ser un sistema de siete plantas de reúso que suministran más de 622 mil metros cúbicos al día para uso agrícola y 237 mil a la industria. El esquema sirve a alrededor de 120 usuarios finales.
En Puerto Madryn, Argentina, el agua tratada se utiliza para riego de áreas verdes y campos deportivos. En este caso, el agua de reúso es gratuita para todo tipo de usuario y los costos son asumidos por la municipalidad que en primera instancia buscaba mantener limpia el área del golfo desde donde se realizan activades turísticas como el avistamiento de ballenas.
El proyecto de reúso de agua en Rose Hall, Jamaica, se trata de una iniciativa privada de una empresa hotelera que enfoca el tratamiento de aguas residuales para el riego de campos de golf sin comprometer el abastecimiento potable de los habitantes de la isla.
El sistema de reúso de Sacaba, municipio del área metropolitana de Cochabamba, Bolivia, contempla la construcción de siete plantas, de las cuales ya tres están operativas y el recurso se destina a riego de áreas urbanas y agrícolas.
Las biofactorías La Farfana y Mapocho Trebal, operadas y administradas por Aguas Andinas para tratar los efluentes del área metropolitana de Santiago de Chile, están entre las instalaciones de reúso más eficientes del mundo por aprovechar la totalidad de los residuos, reducir al mínimo su impacto ambiental y por estar cerca del autoabastecimiento energético. La mayor parte del agua tratada se reutiliza en agricultura mediante canales de riego o por captación del río del Mapocho.
Con el objetivo de proteger los acuíferos y promover el uso de las aguas residuales tratadas, el gobierno regional de San Luis de Potosí, México, lanzó el Plan Integral de Tratamiento y Reúso de Agua bajo el cual ya se construyeron siete PTARs, tratando así alrededor del 85 % de las aguas residuales y reusándose el 100 % de las mismas. Entre ellas destaca la PTAR Tenorio por su eficiencia y sustentabilidad.
El estudio concluyó que el reúso de agua residual tratada puede ser una solución viable y competitiva para la escasez de agua en América Latina y el Caribe. Los proyectos demostraron que la participación de los actores privados y del Estado es clave para lograr consensos y reducir conflictos sociales. Entre los retos comunes están la falta de financiamiento y la necesidad de una regulación adecuada.
Las lecciones aprendidas de los casos de éxito pueden servir como referencia y motivación para los actores involucrados en el sector de saneamiento. “El agua residual debe de verse como lo que es, un recurso y en la región ya no podemos darnos el lujo de desperdiciarla. Estos casos de éxito y muchos más son prueba de que el reúso es seguro y necesario”, comentó Ross.
Normativas de sostenibilidad
Adicionalmente, desde la Asociación perciben un mayor interés de las autoridades por implementar la economía circular del agua y la desalinización mediante normativas y políticas públicas.
Uno de los países líderes en la región en esta materia es Chile, que cuenta con una ley de fomento al reciclaje y reúso de aguas servidas, promulgada en 2018, y que establece la obligación de todas las empresas que produzcan más de 200 metros cúbicos de aguas servidas diarias de tratarlas y reutilizarlas. Además, en 2021 el gobierno chileno lanzó un plan para la construcción de 11 plantas desaladoras para abastecer a las regiones más áridas del país.
En México, en 2020 se presentó una iniciativa de ley para fomentar el reúso de agua, que busca impulsar el uso de aguas tratadas para la agricultura, la industria y la generación de energía. Además, el gobierno mexicano ha invertido en la construcción de plantas desaladoras en el estado de Baja California para abastecer a las ciudades costeras.
En Colombia, el gobierno ha establecido una política para fomentar el reúso de agua tratada en la industria y la agricultura, y se están llevando a cabo proyectos de desalinización en la costa del Caribe.
En Perú, se ha lleva a cabo un plan para impulsar la inversión en tecnología de tratamiento de aguas y reúso en la industria, la agricultura y la minería. Además, el Ministerio de Vivienda Construcción y Saneamiento cuenta con una importante cartera de proyectos para cerrar brechas mediante Asociaciones Público-Privadas.
En este sentido, ALADYR reconoce que los gobiernos de la región realizan esfuerzos considerables. Asimismo, destacan la importancia de la cooperación internacional mediante nexos con organismos como la Asociación Española de Desalinización y Reúso de Agua, AEDyR; la Asociación Internacional de Desalación, IDA, o la Sociedad de Desalinización de Israel, entre otras, para el intercambio de experiencias.
“En los últimos años, Latinoamérica ha avanzado significativamente en la implementación de tecnologías de desalinización y reúso de agua. Para muestra de un botón, en Chile se están construyendo plantas desalinizadoras que se medirán entre las mayores del mundo como la de ENAPAC, que además será un ejemplo de la simbiosis con las energías renovables o el megaproyecto Aguas Marítimas en Antofagasta Norte, que próximamente inyectará más de 700 mil metros cúbicos diarios a la red” completó Ross.
Añadieron que en las universidades están desempeñando un rol importante en la adaptación de las tecnologías a las particularidades latinoamericanas con investigaciones como las realizadas por la Universidad de Playa Ancha en Chile sobre la aplicación agrícola de la desalinización.
“En, relativamente, pocos años, Latinoamérica ha superado el cinco por ciento de la capacidad instalada de la desalinización global y según los proyectos listados, es posible que tripliquemos nuestra producción en los próximos años. Insisto en Chile como ejemplo porque es uno de los países más desarrollados en el rubro. Hoy el país tiene instalados 2 millones metros cúbicos diarios y otro millón en proyectos bajo distintas etapas de desarrollo” puntualizó el presidente de ALADYR.
Iniciativas sostenibles
Además, Latinoamérica no se queda atrás en cuanto a tendencias sostenibles de vanguardia se trata. Water Positive se refiere a un estado en el cual una organización, comunidad o país está generando más agua limpia y accesible de la que está consumiendo y utilizando. En América Latina, varias iniciativas y proyectos han sido implementados para alcanzar este objetivo.
Por ejemplo, la empresa brasileña Natura cuenta con un programa de reforestación en la Amazonía para restaurar y proteger las fuentes de agua de la región, lo que ha llevado a un resultado neto positivo en términos de agua.
Estos avances demuestran que es posible enfrentar la crisis hídrica de la región mediante la implementación de tecnologías innovadoras y sostenibles. Sin embargo, es necesario seguir avanzando en la promoción del acceso al agua potable y el saneamiento básico para todos los habitantes de la región.
En conclusión, la región de Latinoamérica enfrenta grandes desafíos en la gestión del agua, pero también existen soluciones innovadoras y sostenibles que pueden contribuir a mejorar el panorama hídrico. Iniciativas como Water Positive, casos como el de Aguas Antofagasta y Aquapolo Industrial, y normativas como la Ley de Aguas de México o la Política Nacional de Gestión de Recursos Hídricos de Brasil son ejemplos de cómo se pueden impulsar cambios positivos en la gestión del agua en la región.