Empresas Premium
Abierta en 2014, ROAF es una planta automatizada de clasificación de residuos que cuenta con clasificadoras ópticas de TOMRA Recycling y es la segunda en Noruega por volumen de clasificación de residuos sólidos urbanos. Desde que abandonó la recogida separada del plástico, logró potenciar sus tasas de recuperación de residuos orgánicos y plástico a la vez que maximiza el reciclaje y mantiene una baja huella medioambiental. La planta no solo se aproxima a alcanzar la tasa objetivo de reciclaje de plástico del 50 %, marcada por la UE para el año 2025, sino que también aprovecha los residuos orgánicos recuperados para producir biogás y utilizarlo como combustible en sus camiones de recogida de residuos.
Situada en Skedsmokorset, cerca de Oslo, la planta recoge y clasifica residuos de 7 municipios cercanos. Hasta hace siete años, el plástico se recogía de forma separada, tal como se hacía con el papel-cartón y la fracción resto. Desafortunadamente, muchos de los materiales reciclables plásticos seguían acabando en la fracción resto y, por ello, acababan incinerados.
Para optimizar la recuperación de recursos y atenuar el impacto negativo de la incineración, TOMRA y ROAF analizaron juntas la composición de la fracción resto y diseñaron un modelo de negocio nuevo para lanzar una forma nueva de gestión de residuos para los siete municipios implicados.
La clasificación de residuos mixtos fomenta la recuperación de recursos
Tras un análisis a fondo y varias pruebas realizadas con distintas muestras de residuos sólidos urbanos en el Centro de pruebas que TOMRA tiene en Alemania, centradas en Noruega, ambas empresas desarrollaron un modelo de negocio nuevo. Esta nueva estrategia incluye una modificación de la gestión y recogida de residuos y la construcción de una nueva planta de clasificación. En cuanto a la recogida de residuos, los municipios a los que da servicio ROAF han dejado de recoger de forma separada el plástico y ahora emplean un sistema de recogida de residuos mediante 3 contenedores distintos: los ciudadanos tiran los residuos biológicos en bolsas verdes, que depositan en el contenedor de resto junto con el plástico y otros residuos, y los camiones de ROAF lo recogen todo y lo llevan a su centro de clasificación. En otro contenedor se recoge el papel y el cartón, y el tercero se utiliza para el vidrio y los envases de metal. La segunda parte de este nuevo modelo de negocio fue la construcción de la primera planta totalmente automatizada de RSU del mundo. Tras un periodo de 3 años de planificación a fondo, la empresa alemana STADLER construyó la planta en tan solo 3 meses y logró el premio empresarial germano-noruego en 2014 por sus esfuerzos. Los trómeles, abridores de bolsas, separadores balísticos, separadores de Foucault, imanes overband y cribas vibrantes trabajan al unísono con las clasificadoras ópticas TOMRA más avanzadas. Dieciséis AUTOSORT™ procesan 40 toneladas de residuos por hora. De estos residuos, las unidades recuperan residuos orgánicos, papel y plástico con una gran precisión.
Cuando llegan a la planta de clasificación, los residuos orgánicos y de otro tipo recogidos entran en las instalaciones. En primer lugar, los sistemas AUTOSORT™ de TOMRA separan las bolsas verdes del resto de residuos. Estas bolsas se envían a la planta de biogás, donde los residuos orgánicos se transforman en biogás que se utiliza como combustible para los camiones de la planta y en biofertilizantes, y el resto de bolsas se someten al resto de fases de clasificación. Varias cribas de trómeles separan por tamaño los materiales, para que luego los separadores balísticos y 16 AUTOSORT™ de gran precisión realicen una separación mucho más meticulosa según tipo de material. Gracias a la avanzada tecnología (que incluye NIR y VIS) de las unidades de clasificación basada en sensores pueden separarse del material de entrada con gran precisión cinco tipos distintos de plástico (LDPE, PEAD, PP, PET y mezcla de plástico), además del papel. En el último paso, unos imanes y los separadores de Foucault recuperan cualquier fracción de metal. Las fracciones generadas se almacenan en silos que se venden a recicladores europeos, que convierten todos esos materiales en productos reciclados de alta calidad.
En 2014, la planta ya se había propuesto varios objetivos muy ambiciosos, pero, al mirar atrás, la combinación de optimización de procesos y los equipos más actuales ha logrado un aumento considerable de la recuperación de plástico y residuos sólidos urbanos. Además, mientras en 2014 los objetivos de clasificación se establecieron en 2500 toneladas de plástico y 6000 de residuos orgánicos al año, la capacidad en 2021 llega a las 3600 toneladas del primero y 11500 de los segundos. Por último, desde que se automatizó la planta en 2014, ya no es necesaria la clasificación manual, y los operarios pueden destinarse a otras tareas. Al analizar sus objetivos a largo plazo, ROAF aspira a mejorar sus logros actuales y la experiencia acumulada para alcanzar unas tasas de reutilización y reciclaje del 70 % en el año 2030. Sus aspiraciones se alinean con los objetivos marcados por la UE, que exige tasas de reciclaje de plástico del 55 % y de residuos sólidos urbanos del 60 % para el año 2030.
En palabras de Tom Roger Fossum, Director técnico de ROAF: "Desde que iniciamos la colaboración, somos plenamente conscientes de que hemos elegido el socio adecuado. Tanto TOMRA como STADLER han estado siempre a nuestra disposición y han hecho todo lo que ha estado en su mano, aprovechando sus sinergias y combinándolas con nuestra experiencia en gestión local de residuos para, juntos, llevar el proyecto a buen término. De ahí los estupendos resultados alcanzados; todo ha salido como queríamos".
Oliver Lambertz, Vicepresidente y Director de Desarrollo de Negocio de TOMRA Recycling añade lo siguiente: "Llevo siguiendo el proyecto desde el principio y he podido presenciar cómo lo que al inicio no eran más que ideas y pruebas ha acabado convirtiéndose en un proyecto revolucionario: un sistema optimizado de gestión de residuos que hace innecesaria la recogida separada de plástico. A la vez, hemos logrado aumentar las tasas de recuperación y aprovechar la mayoría de nuestros recursos. De hecho, ahora es muy poco lo que se pierde".
La aportación de TOMRA para modificar el sistema
ROAF y la modificación de su sistema de recogida y procesamiento son un gran ejemplo de buenas prácticas para la gestión y el reciclaje optimizado de residuos. Aunque este sistema no puede aplicarse en todos los países debido a lo poco homogéneo de las infraestructuras, en este caso las tasas de recuperación de plástico y residuos son más altas cuando el plástico se deposita en el mismo contenedor de resto y de residuos orgánicos en vez de realizar una recogida separada. Pero el éxito no sería posible sin la tecnología adecuada. Combinar una gestión eficaz de residuos y tecnologías de clasificación avanzada hace que la clasificación de la fracción resto sea la opción perfecta en el sur de Noruega y sitúa a ROAF en el segundo puesto en cuanto a volumen de procesamiento de residuos domésticos en el país.
Unión de fuerzas en pro de un objetivo común
Marcar la diferencia y facilitar un cambio no son cosas que se consigan, así como así. Se necesita una colaboración fluida y centrada en un objetivo y en una visión en común. La empresa noruega de gestión de residuos quería aumentar las tasas de reciclaje y aprovechar al máximo el valor de los recursos para evitar que se pierdan. Para hacer realidad esta aspiración era fundamental rodearse de los socios adecuados. "Queríamos automatizar la clasificación de residuos y optimizar considerablemente nuestro propio sistema de gestión. Llevamos años trabajando con TOMRA y siempre hemos creído en su tecnología, su experiencia y el servicio que ofrecen. Siempre hacen lo posible y lo imposible para ir un paso más allá, dar con la mejor solución y dan soporte a su implementación y a todo el proceso de optimización. No nos planteábamos otra posibilidad que no fuera tenerlos a nuestro lado", subraya Tom Roger Fossum.
Al final, fueron tres las empresas especializadas del sector, ROAF, TOMRA y STADLER, las que unieron sus fuerzas para hacer realidad las aspiraciones de ROAF y mostrar al mundo que no existe una única estrategia de gestión eficiente de residuos, y que la colaboración entre empresas supone todo un mundo de nuevas posibilidades en cuanto a avances en el mundo del reciclaje.