Empresas Premium
La Comisión Europea incluye la creación de un Libro Digital del Edificio en su última revisión de la Directiva de eficiencia energética en edificios —EPDB por sus siglas en inglés—, propuesta alineada con la petición del Grupo de Trabajo sobre Economía Circular (GTEC) de GBCe.
Un edificio estándar cuenta con 3.000 productos diferentes, según la estimación realizada por Green Building Council España (GBCe). Esta cifra ilustra el gran potencial que atesoran los edificios como bancos de materiales futuros. Sin embargo, “el cambio hacia la circularidad de los edificios sólo es posible si disponemos de toda la información sobre sus componentes para poderlos reutilizar y darles una segunda vida”, destaca la directora general de GBCe, Dolores Huerta.
La Comisión Europea acaba de incluir la creación de un Libro Digital del Edificio en su última revisión de la Directiva de eficiencia energética en edificios —EPDB por sus siglas en inglés—, que se prevé aprobar este año y cuyo objetivo principal es la descarbonización del sector de la edificación. El Libro Digital del Edificio es una herramienta dinámica que permite al usuario monitorizar los datos, la información y los documentos relacionados con cada fase del ciclo de vida del edificio. “Los materiales que conforman una edificación deben disponer de un pasaporte que permita identificar sus propiedades en todo momento y que les confiere identidad y valor como recursos al final de su vida útil”, resalta Jordi Bolea, coordinador del Grupo de Trabajo sobre Economía Circular (GTEC) de GBCe.
De este modo, la propuesta de Bruselas está alineada con la petición que plantea el GTEC en su informe El Libro Digital del Edificio, instrumento para la economía circular: “El pasaporte de materiales, como parte del Libro Digital del Edificio, es una herramienta imprescindible para integrar la circularidad en el sector de la edificación y cumplir con el compromiso de las cero emisiones para 2050”, afirma Bernardette Soust-Verdaguer, miembro del GTEC.
El desafío es mayúsculo, ya que el sector de la edificación es responsable en España del 30,1% del consumo de energía final y del 25,1% de las emisiones de CO2 a la atmósfera, tal y como se recoge en la Hoja de ruta del proyecto Building Life. Asimismo, la mitad de las emisiones de carbono previstas para el sector de la edificación hasta 2050 no están medidas ni contempladas en ninguna estrategia de descarbonización.
La ONU estima además que más del 60% de las emisiones de CO2 a nivel global —excluyendo las derivadas de los usos agrícolas y forestales— se liberan durante la extracción, procesamiento y fabricación de bienes. Mientras que algo menos del 40% se emiten durante el uso de productos y la entrega de servicios. Dicho proceso se está acelerando, el uso de materiales se ha triplicado desde 1970 y podría duplicarse de nuevo hacia 2050.
“Sólo a través de la economía circular podremos mitigar el cambio climático, evitar el agotamiento de los recursos y detener la degradación de los ecosistemas”, argumenta Bolea.
Enfoque de ciclo de vida
“Para implementar la circularidad es necesario planificarla desde la fase de proyecto, diseñar edificaciones que puedan ser desmontables y asegurarnos de que sus materiales no contienen sustancias tóxicas que comprometan su reaprovechamiento futuro”, plantea Beatriz de Diego, experta del Área Técnica de GBCe y miembro del GTEC.
Esto sólo es viable si se tiene un enfoque de ciclo de vida, donde se tenga en cuenta qué sucederá con los recursos a lo largo de toda la cadena de valor y al final de su vida útil. Para ello, es necesario un escenario de digitalización total de la información, un reto enorme que, a juicio de Alfons Ventura, experto del Área Técnica de GBCe en el proyecto VALREC y miembro del GTEC, “debe abordarse con la implicación de todos los actores en todo el ciclo de vida de los activos construidos”.
Así, todos los procesos deben ser concebidos para que los residuos generados se puedan reaprovechar, sin que en ese transcurso se degraden los recursos empleados al inicio: “Debemos aspirar a que se incremente la calidad o el valor del producto original”, considera Ventura.