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Sin que nos demos cuenta, el cobre está presente en muchos ámbitos de nuestra vida diaria como el hogar y el transporte. Este metal no sólo contribuye a hacer posible que nos movamos rápidamente por la ciudad o que al llegar a casa podamos encender la luz, enchufar cualquier aparato eléctrico, regular la calefacción o abrir un grifo, sino que además es fundamental para hacerlo de una forma eficiente.
La creciente preocupación de la sociedad por un futuro más sostenible y bajo en emisiones de carbono encuentra en el cobre un aliado fundamental; de hecho, se calcula que la demanda de cobre crecerá hasta los 31 millones de toneladas en 2035 (un 43% más sobre las 22 millones de toneladas actuales), impulsada por su uso en energías renovables o vehículos eléctricos, entre otras aplicaciones.
Electricidad significa desarrollo
Según el informe World Energy Outlook 2017 publicado recientemente por la Agencia Internacional de Energía (AIE), la electricidad se está introduciendo en sectores antes limitados a los combustibles, incluyendo los vehículos y los sistemas de calefacción y refrigeración. El informe también destaca los progresos en la electrificación de los hogares que se han llevado a cabo en India, Indonesia y el África Subsahariana. El cobre se presenta en este sentido en un elemento fundamental para hacer este desarrollo posible, por su utilidad en la producción, distribución y trasmisión de la electricidad.
Asimismo, las fuentes de energía renovable toman impulso. De hecho, la producción energética a nivel mundial procedente de centrales eólicas y solares representaba el 23% del total en 2015 y se espera que llegue al 30% en 2020. El cobre es un componente esencial en los sistemas de energía solar y eólica, optimizando la eficacia, fiabilidad y rendimiento de estos sistemas.
El futuro de la movilidad es eléctrico
Con el próximo lanzamiento de nuevos modelos de coche eléctrico, se estima que 2018 será un punto de inflexión para la automoción eléctrica, con la vista puesta en que el futuro de la movilidad sostenible pasa por el vehículo eléctrico. Gracias a las mejoras en tecnología, en acceso y en desarrollo de puntos de recarga que ya se están implementando se espera que en 2025 uno de cada 6 coches que circule por las carreteras sea eléctrico.
Un coche eléctrico puro es 2,5 veces más eficiente energéticamente que uno de gasolina. En España es tres veces más porque disfrutamos de una mayor proporción de energías renovables. Según explica Diego García Carvajal, Director de la Oficina en España del Instituto Europeo del Cobre, “el transporte por carretera supone la cuarta parte del consumo de toda la energía final en Europa, y esta cifra ha crecido un 28% desde 1990, una tendencia ascendente que se mantiene en la actualidad. Dada esta situación, es urgente hacer el transporte por carretera más eficiente y la movilidad eléctrica es la solución”.
En este sentido, la demanda de cobre para este tipo de vehículos se prevé que pasará de las 185.000 toneladas en 2017 a casi 2 millones de toneladas en 2027. Esta industria necesita del cobre para la fabricación de componentes clave como baterías y motores, así como para las estaciones de recarga y las infraestructuras de apoyo.
Agua para todos
La escasez de agua afecta a millones de personas en todo el mundo. En España, este problema se ha visto agravado en los últimos años por el crecimiento de la demanda, los cambios climáticos (menos precipitaciones y mayor evaporación por el aumento de las temperaturas) y la falta de eficiencia en el consumo de agua.
Es importante, por tanto, encontrar una solución sostenible con medidas que fomenten un mayor ahorro. Es aquí donde encaja el cobre: un material esencial para optimizar la eficiencia de las fuentes renovables, necesarias para reducir el alto coste energético de las plantas desaladoras. Además, las tuberías de cobre también nos ayudan a ahorrar en nuestros hogares y a incrementar la salubridad del agua que sale del grifo: el cobre es un material natural (sin aditivos, ni sustancias artificiales), que impide que los malos olores y otras influencias puedan perjudicar la calidad del agua que consumimos.
Construcción "verde"
El uso de materiales sostenibles y la adopción de medidas para aumentar la eficiencia energética de los edificios es una tendencia al alza en el sector de la construcción. De hecho, la reducción de la demanda de energía para la edificación es uno de los compromisos que la Unión Europea ha suscrito en el Acuerdo de París.
La contribución del cobre, en este sentido, es fundamental tanto por sus múltiples aplicaciones en los edificios (cubiertas, fachadas, sistemas de agua, gas y calefacción, instalaciones eléctricas…), como por ser un material natural, duradero y resistente, sin apenas costes de mantenimiento y 100% reciclable al final de su vida útil. Con todo esto, el cobre se erige como un material imprescindible en la edificación ecológica.
“Los datos del aumento de la demanda de cobre a nivel mundial, que en menos de 20 años prevemos que alcance los 31 millones de toneladas, y su uso en nuestras actividades cotidianas sostenibles demuestran que el cobre es el gran aliado invisible para contribuir a la conservación del medio ambiente”, concluye Diego García Carvajal.