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Desde Sogama nos abrimos a la gestión de esta fracción de residuos, conscientes de que la moda rápida está generando una cantidad ingente de desechos que no se pueden perder, dada la cantidad de recursos empleados en su fabricación. Asimismo, no debemos perder de vista que, a partir del 1 de enero de 2025, los ayuntamientos quedan obligados por ley a recoger de forma diferenciada el residuo textil.
Nuestro Plan Estratégico 2025-2030 ha ido tomando forma durante los últimos meses y despega con dos propósitos claros: la recuperación del residuo textil y la transformación digital, sin olvidar otras prioridades interconectadas como son el mayor reciclaje, el mayor compostaje de la materia orgánica, la descarbonización de nuestros procesos industriales, sustituyendo el gas natural por un combustible renovable, la economía circular, la innovación y la mayor profesionalización del sector. Y todo ello con un único objetivo: ganar en eficiencia y prestar un mejor servicio público a los 295 ayuntamientos gallegos adheridos a nuestro sistema de gestión, con una población incorporada de más de 2,2 millones de habitantes.
Ya no sirve con tratar los desechos sin más, sino que este tratamiento debe hacerse de forma moderna, a través de las últimas tecnologías disponibles y siempre con la pretensión de transformar los residuos en recursos que puedan ser útiles para la sociedad y que minimicen el consumo de materias primas vírgenes. Y para ello se requiere la implicación de todos: administración, industria y ciudadanos. Porque de poco sirve el esfuerzo de un eslabón si los otros se perpetúan en la inacción.
Los objetivos europeos están ahí y el trabajo individual y colectivo es imprescindible para avanzar hacia su cumplimiento. Y en este marco, desde Sogama nos abrimos a la gestión de nuevas fracciones de materiales, como es el textil, conscientes de que la moda rápida está generando una cantidad ingente de desechos que no se pueden perder por la cantidad de recursos empleados en su fabricación.
Según los últimos datos disponibles, la producción de ropa se ha venido incrementando de forma exponencial desde el año 2000. Mucha cantidad y de peor calidad, pero a precios asequibles para todos los bolsillos, Compramos más prendas y también las desechamos antes. Tanto es así, que la vida útil de las mismas se ha visto reducida a la mitad y todavía un porcentaje muy elevado acaba en plantas de tratamiento finalistas y en vertederos.
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