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Superar el 56% de electricidad renovable es un récord importante para un país que ha tenido que construir su transición energética sobre eólica y fotovoltaica, al carecer de grandes recursos hidráulicos. Sin embargo, al plantear las ambiciosas metas del PNIEC debemos reflexionar sobre los motivos y los beneficios que esperamos de esta transición.
El por qué y el para qué parecen conceptos similares, un pequeño juego de palabras cuando planteamos un enfoque estratégico. A pesar de ello, reflexionar sobre las razones y las causas que nos están llevando a transformar nuestro modelo energético, es algo necesario para entender el camino que estamos tomando; y visualizar los beneficios que obtendremos si recorremos el camino, aunque sea complicado recorrerlo, nos ayudará a afrontar los retos que tenemos por delante.
Cuando echamos la vista atrás, podemos aprender de las lecciones del pasado. La más importante, aunque sea sorprendente, es que el mix eléctrico renovable al que queremos dirigirnos es un retorno, pues en la primera mitad del siglo XX, la electricidad provenía, mayormente de fuentes renovables, concretamente de la hidráulica. Las primeras fuentes de generación en España, fuentes que llevan en muchas ocasiones funcionando más de un siglo de forma ininterrumpida, fueron pequeñas centrales hidráulicas. También esta tecnología renovable está en el origen de nuestra Asociación, APPA Renovables fue fundada en 1987 por empresas que explotaban centrales minihidráulicas. Es en los años setenta cuando nuestro país, por su propio desarrollo económico comienza a incorporar generación fósil de forma masiva, un ciclo que, medio siglo después estamos revertiendo.
Podríamos enumerar varias. La primera que viene a la cabeza cuando hablamos de renovables suele ser la mitigación del cambio climático, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero… Sin embargo, siendo conscientes de las crisis energéticas que hemos vivido, desde la crisis del petróleo hasta la más reciente, producida por la invasión rusa en Ucrania, está claro que las razones medioambientales no han sido las únicas. España es un país con una altísima dependencia de las importaciones energéticas y esto ha supuesto siempre una vulnerabilidad y debilidad de nuestra economía. Al impulsar las renovables, también aseguramos un suministro energético más estable que depende de fuentes autónomas.