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En los años 2022 y 2023, las expectativas para el sector del biogás y el biometano en España eran grandes; sin embargo, al cierre de 2024, el avance ha sido menor de lo esperado, y el sector se enfrenta a grandes retos. Algunas comunidades autónomas han impulsado iniciativas propias, pero el desarrollo sigue siendo lento. Para 2025, es necesario un compromiso gubernamental y un marco regulador estable que fomente la inversión y acelere la transición energética.
Los años 2022 y 2023 fueron períodos de grandes expectativas para el sector del biogás y el biometano en España. Sin embargo, al cierre de 2024, el desarrollo ha sido menor de lo esperado. El panorama actual refleja un sector lleno de interés, con gran potencial de crecimiento, pero, a la vez, cargado de retos que requieren soluciones urgentes.
El balance del año indica que la implementación de nuevos proyectos ha sido moderada. A lo largo de 2024, el desarrollo de plantas de biogás y biometano ha avanzado lentamente, y el número de instalaciones de biometano sigue siendo bajo en comparación con las principales economías europeas. A finales de 2024, solo existen 11 plantas de biometano operativas en todo el país, una cifra preocupante frente a las más de 1.500 plantas activas en Europa, donde el sector está mucho más consolidado. Aunque algunos proyectos han progresado o están cerca de completarse, el número de iniciativas ralentizadas por obstáculos administrativos o normativos es considerablemente mayor.
A pesar de este lento avance, el compromiso de varias administraciones autonómicas merece ser destacado. Comunidades como Castilla-La Mancha, Andalucía, Castilla y León, Cataluña y la Comunidad Valenciana han impulsado programas propios para fomentar el uso de este gas renovable. Estas iniciativas regionales han demostrado ser una luz en medio de un panorama a nivel nacional que sigue careciendo de un marco de apoyo firme y decidido. En el ámbito estatal, continúan faltando incentivos claros que favorezcan la producción de biogás y biometano, así como medidas que impulsen la inversión y faciliten la conexión de las plantas a las infraestructuras energéticas existentes.
Además, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que debería ser la guía principal para la transición energética, presenta objetivos modestos que no están alineados con las metas más ambiciosas de la Comisión Europea. Este desajuste subraya cómo España está desaprovechando su gran potencial en este sector. Nuestro país cuenta con recursos naturales y condiciones óptimas para liderar el desarrollo del biogás y el biometano, pero la falta de una estrategia nacional decidida está retrasando los avances.