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El inicio de 2025 marca un punto de inflexión crítico para la economía circular. En un escenario global caracterizado por tensiones geopolíticas, inestabilidad económica y una crisis climática acuciante, la transición hacia un modelo económico regenerativo no solo es deseable, sino imperativa.
El reciente informe de Mario Draghi para la Unión Europea ha puesto de manifiesto la necesidad urgente de incrementar la inversión en innovación y digitalización, al tiempo que se trabaja hacia una independencia energética que converge naturalmente con los principios de la economía circular. Los datos del Banco Mundial son reveladores: la adopción de prácticas circulares podría generar ahorros de hasta 4,5 billones de euros globalmente para 2030, una cifra que subraya el potencial transformador de este modelo económico.
El panorama internacional de 2024-2025 presenta desafíos significativos para la economía circular. La persistencia del conflicto en Ucrania ha evidenciado la vulnerabilidad de las cadenas de suministro europeas, provocando una reflexión profunda sobre la necesidad de desarrollar sistemas más resilientes y autosuficientes. La situación política en Estados Unidos, con el retorno de Donald Trump a la presidencia, genera grandes incertidumbres sobre los compromisos globales en materia de sostenibilidad y amenaza con revertir algunos de los avances logrados en los últimos años. En paralelo, China consolida su dominio en tecnologías limpias y materiales críticos, planteando nuevos retos para la competitividad europea y global.
La crisis del sector automotriz alemán, pilar fundamental de la economía europea, subraya la urgencia de una transición hacia modelos más sostenibles. La industria automotriz tradicional se enfrenta a una transformación sin precedentes, impulsada por la electrificación y las presiones regulatorias para reducir emisiones. Como señala Grant Quasha, CEO de Eco Material Technologies, "las cadenas de suministro verdes y resilientes son ahora un imperativo competitivo, no una opción". Esta realidad se ve reforzada por la creciente demanda de los consumidores de productos y servicios más sostenibles, así como por la presión de los inversores para adoptar prácticas empresariales más responsables con el medio ambiente.
España ha experimentado una evolución significativa en su marco regulatorio durante los últimos dos años. La Ley 7/2022 de residuos y el Real Decreto 1055/2022 sobre envases han establecido objetivos más ambiciosos en gestión de residuos y responsabilidad ampliada del productor (RAP). Estas normativas han introducido cambios fundamentales en la gestión de residuos, incluyendo la obligatoriedad de la separación de nuevas fracciones y objetivos más exigentes de reciclaje y reutilización.
