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A lo largo de los últimos años, el conjunto de la sociedad ha comenzado a tomar conciencia sobre la repercusión directa en el medio ambiente de los pequeños gestos y decisiones. Así, a un consumidor cada vez más exigente ambientalmente con los productos que adquiere, se le suma el compromiso de las empresas por apostar por la innovación para incluir estándares de sostenibilidad en su día a día y una legislación con unos objetivos ambiciosos que pone el foco en la reducción, la reutilización y el reciclaje, especialmente en lo que se refiere al envasado.
Laura Marín, coordinadora de Ecodiseño de Ecoembes
Paula Baños, especialista de Ecodiseño en Ecoembes
Teniendo en cuenta que el 80% del impacto ambiental de un producto se determina en su fase de diseño, el concepto de ecodiseño cobra cada vez más relevancia. Así, el ecodiseño se basa en incorporar criterios ambientales a lo largo de todo el ciclo de vida, incluyendo las primeras etapas del desarrollo de un producto, donde se pueden adoptar diversas medidas para que los envases sean más eficientes en términos de reducción, reutilización y reciclaje. Algo que está plenamente alineado con la economía circular.
En el ecodiseño de envases, en concreto, hay una serie de líneas estratégicas que se pueden aplicar, como son el diseño de un envase eficiente -mejorar el gramaje o espesor del material, aprovechar el producto al máximo, diseñar envases más ligeros, hacer envases reutilizables o rellenables…-; hacer una fabricación y envasado optimizado -por ejemplo, usando energía renovable, contratación verde de proveedores, ajustar la producción para un uso óptimo de recursos…-; apostar por una logística eficiente -adaptación a sistemas modulares de almacenaje y logística, realizar una conducción eficiente, optimizar las rutas de transporte, el uso de combustibles limpios…-; seleccionar materias primas sostenibles o con certificados de sostenibilidad, por ejemplo; y, por último, invertir en un óptimo reciclaje de envases, destacando acciones como marcar el envase para que se sepa dónde debe depositarse, usar envases de tonos claros para facilitar su selección, contar con un envase y embalaje correctamente dimensionado o usar los mínimos materiales posibles.
De hecho, en nuestro país, donde las prácticas de ecodiseño de envases llevan realizándose más de 25 años, se han conseguido llevar a cabo 10.401 medidas en los últimos tres años. Muchas de estas medidas en los envases han estado dirigidas a facilitar su separación y reciclado con el fin de reducir la complejidad operativa, y esto es algo que se hace ofreciendo información al consumidor, a través de un etiquetado claro y pictogramas que indican el contenedor adecuado para su reciclaje; en la fase de recogida de residuos, con envases que se pueden compactar y, por tanto, ocupar menos espacio en los contenedores; en la etapa de separación, para que el envase pueda seleccionarse correctamente y llegar a la fracción que le corresponde sin verse entorpecido por etiquetas u otros componentes adheridos al envases; y, por supuesto, en la etapa de reciclado, ecodiseñando para minimizar aquellos componentes que puedan influir en la calidad del material reciclado, disminuyendo sus propiedades mecánicas, térmicas o estéticas. Por ejemplo, los envases transparentes, con pocos aditivos, son más fácilmente reintroducibles en el mercado.
Para llevar a cabo estas actuaciones, es necesario basarse en criterios científicos y demostrables que indiquen que, efectivamente, la aplicación de una medida de ecodiseño concreta es la más indicada en cada caso. Para ello, nos valemos del análisis del ciclo de vida (ACV), fundamental en la evaluación de impactos ambientales asociados a un producto, proceso o servicio, de forma objetiva. Este análisis considera desde la extracción de materias primas hasta la disposición final, abarcando todas las etapas intermedias como fabricación, distribución, uso y fin de vida. La importancia del ACV radica en su capacidad para identificar puntos críticos de mejora ambiental y promover decisiones más sostenibles a lo largo del ciclo de vida de los productos.
A su vez, el análisis de ciclo de vida utiliza diferentes metodologías para las mediciones, siendo las más extendidas las ISO 14040 y 14044 puesto que proporcionan principios y directrices específicas para la realización del ACV. Ambos son estándares voluntarios de ACV que se suelen aplicar conjuntamente: 14040 establece los marcos conceptuales para la realización de un análisis de ciclo de vida, y la 14044 detalla los requisitos para poder implementarlo.
A ellas se le suma la metodología Product Environmental Footprint (PEF), desarrollada por la Comisión Europea para evaluar, de forma estandarizada, y comunicar el impacto ambiental de productos y servicios a lo largo de todo su ciclo de vida. Esta metodología evalúa todas las etapas del ciclo de vida del producto, desde la extracción de materias primas hasta el final de su vida útil, abarcando producción, distribución, uso y disposición final. Además, utiliza una serie de indicadores para medir diferentes impactos ambientales, tales como el cambio climático, la acidificación, la eutrofización, el agotamiento de recursos y otros. Esta metodología es la que, desde Ecoembes, hemos escogido para realizar el análisis medioambiental en PackCD, una herramienta que hemos creado para calcular la sostenibilidad de los envases, por su garantía para obtener resultados comparables.
En Ecoembes hemos detectado que las tendencias de ahora y a futuro en cuanto al desarrollo del ecodiseño están orientadas a crear materiales con toda la funcionalidad necesaria de conservación del producto de forma que no necesite combinarse con otros materiales o aditivos, o bien a través de tecnologías que por modificación de los materiales tradicionalmente usados sean capaces de dar esta funcionalidad sin necesidad de combinarse con otros materiales distintos.
A estas tendencias se suman las exigencias recogidas en el marco legislativo actual, como el Reglamento Europeo de Ecodiseño que marcará los hitos y puntos críticos de cara al futuro; al igual que las guías de Desing for Recycling del PPWR (Packaging and Packaging Waste Regulation) como parte clave del futuro de los envases. En relación a ello, el Reglamento de Ecodiseño se marca como objetivos la promoción de productos duraderos, reparables y reciclables, así como la eliminación de la obsolescencia prematura. Por su parte, el llamado PPWR busca reducir el impacto ambiental de los envases como armonizar las normas de packaging en toda la Unión Europea para facilitar la libre circulación de mercancías, algo que pretende conseguir mediante las siguientes medidas: reducir la generación de residuos de envases (para lo que se incluye la introducción de restricciones sobre los envases que pueden utilizarse y fomentar soluciones de packaging reutilizables y rellenables), la mejora de la calidad del reciclaje (todos los envases del mercado de la UE deben ser reciclables en 2030) y la adopción de normas armonizadas a nivel etiquetado, limitación del espacio vacío y contenido reciclado obligatorio iguales para todos los estados europeos.
En definitiva, el ecodiseño, como herramienta para hacer envases más circulares y con una menor huella ambiental, no solo es algo que cada vez recoge como obligatorio más normativas, sino que es una directriz que toda empresa que pone envases en el mercado debería tener en cuenta con total convicción, para conseguir que sus envases tengan la menor huella ambiental posible, y ofrecer un producto que integre la innovación también en su continente. Poner el medioambiente a la altura de otros criterios es ya algo indispensable para diferenciarse, para perdurar en el tiempo y, en definitiva, la única vía para sobrevivir tanto como empresa como sociedad. para contribuir a dejar el Planeta si no mejor, al menos igual a como nos lo encontramos.
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