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La extracción global de materiales se ha triplicado desde 1970 y la oferta de materias primas recicladas alcanza sólo el 12% en la Unión Europea, según datos de la Comisión. Para hacer frente a este reto que impacta de lleno en nuestra competitividad y desarrollo socioeconómico, en los últimos años se ha planteado una ingente batería legislativa que, complementada recientemente por varios informes, que señalan a la gestión de residuos electrónicos como fuente estratégica de materias primas fundamentales.
La Estrategia Española de Economía Circular 2030, aprobada en junio de 2020, y la Ley de Residuos y Suelos Contaminados, que ha cumplido recientemente dos años en vigor, ambas a escala nacional, y, por supuesto, el ambicioso Reglamento comunitario de Materias Primas Fundamentales son la punta de lanza de una batería normativa que persigue un cambio de paradigma: la circularidad como uno de los ejes de un modelo económico resiliente y una cadena de suministro menos expuesta a la volatilidad del mercado.
Sin caer en el pesimismo, el contexto en el que tenemos que cimentar este modelo no es halagüeño en exceso. Como decía, la extracción global de materiales ha experimentado un crecimiento exponencial en las últimas décadas, pasando de aproximadamente 27 mil millones de toneladas en 1970 a más de 92 mil millones de toneladas en la actualidad.
A ello se añade que la economía circular ha ganado popularidad y se ha convertido en una tendencia a nivel mediático, pero no está teniendo el impacto deseado en términos de adopción práctica. En concreto, según el informe ‘The Circularity Gap 2024’ de la Fundación Circle Economy, la tasa de circularidad global cae constante y preocupantemente cada año.
Según este, la proporción de materiales secundarios consumidos por la economía mundial ha disminuido del 9,1% en 2018 al 7,2% en 2023, lo que representa una caída del 21% en cinco años. Otro punto que destaca el documento es que el consumo de materiales sigue acelerándose, con más de 500 gigatoneladas consumidas en ese mismo período, el equivalente al 28% de todos los materiales consumidos por la humanidad desde nada menos que el año 1900.
En este contexto, son varios los informes de relevancia y reciente publicación que señalan la dependencia en el suministro de materias primas críticas como una de las grandes vulnerabilidades de cualquier economía y, específicamente, del modelo económico y productivo comunitario.
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