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La biocircularidad es una de las soluciones más poderosas para avanzar hacia una economía sostenible, resiliente y desfosilizada. Este concepto, todavía poco extendido a pesar de su relevancia, está llamado a desempeñar un papel clave en la transición energética de España y en la transformación de nuestros modelos productivos y de consumo.
¿Qué es realmente la biocircularidad y por qué se ha convertido en un pilar fundamental para el futuro de nuestro país? En términos simples, la biocircularidad es la vertiente renovable de la economía circular, que se basa en cerrar ciclos productivos aprovechando la materia orgánica generada en sectores como la agricultura, la ganadería, la silvicultura, las industrias agroalimentarias, entre otras, así como los biorresiduos urbanos. Esta materia, que históricamente ha sido tratada como un desecho, puede ser valorizada para producir bioenergía, biocombustibles, biogases y bioproductos de alto valor añadido. La finalidad es que las moléculas renovables de origen orgánico sustituyan a aquellas derivadas del petróleo.
El potencial de la biocircularidad para España es inmenso, tanto a nivel económico, social como medioambiental. La biocircularidad tiene la capacidad de reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles, de ser una solución para la valorización de los residuos orgánicos que resultan contaminantes y, en definitiva, de aportar esfuerzos en la cruzada contra el cambio climático. Además, como un sector estrechamente vinculado al territorio, la biocircularidad ofrece una oportunidad única para generar empleos sostenibles en las zonas rurales, fortaleciendo su economía, contribuyendo a la cohesión territorial y abordando el reto demográfico.
Un sector en pleno auge en España
Dentro de este ecosistema biocircular, la bioenergía es una energía renovable que contribuye al mix energético en España. La capacidad de producir energía a partir de materias primas agrícolas, ganaderas, forestales y urbanas contribuye a la transición energética y responde a una necesidad urgente: la desfosilización de los diferentes sectores de nuestra economía.
Asimismo, el transporte tiene la posibilidad de desfosilizarse a través de los biocombustibles, una alternativa a los combustibles fósiles que reducen el impacto en emisiones de la movilidad de manera drástica, por encima del 80 % respecto a los combustibles fósiles, y que ya es una realidad, pues pueden utilizarse tanto para el transporte pesado como en vehículos de motores de combustión.
Los gases renovables -el biogás y el biometano- ofrecen una alternativa sostenible al uso de combustibles fósiles. El biogás, generado a partir de la digestión anaerobia de residuos orgánicos (ganaderos, biorresiduos, depuradoras, etc.) y su upgrading en biometano (cuya composición es similar a la del gas natural), puede inyectarse directamente en las redes de gas, proporcionando una solución inmediata que no requiere cambios en las infraestructuras existentes. Esta característica convierte a los gases renovables en una herramienta decisiva para reducir la dependencia de España de los combustibles fósiles importados y favorecen la gestión eficiente de los residuos orgánicos.