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La implementación del censado genético canino en Málaga fue una experiencia profundamente gratificante en mi carrera como directivo público profesional. La iniciativa, que surgió con el objetivo de mejorar la convivencia urbana y promover el bienestar animal, ha permitido abordar un problema que afecta a muchos pueblos y ciudades: los excrementos caninos sin recoger, una cuestión de limpieza urbana y salud pública que muchas veces pasa desapercibida.
El proyecto nació en 2015 cuando el Ayuntamiento de Málaga aprobó, por unanimidad, la creación de un censo obligatorio basado en perfiles genéticos. Este amplio acuerdo entre todos los grupos políticos sentó las bases para la implementación de un sistema innovador que ha permitido identificar de manera precisa a los propietarios de perros a través del ADN de sus mascotas. La colaboración con el Colegio Oficial de Veterinarios de Málaga fue también fundamental para su desarrollo y éxito, ya que los veterinarios se encargaron de realizar las extracciones de muestras genéticas de los perros e incorporarlas al censo canino municipal.
El proceso de censado comenzó con la modificación de la ordenanza sobre tenencia responsable de animales, que incluyó la obligatoriedad de que todos los perros del municipio estuvieran registrados genéticamente. La extracción del ADN, que se realizaba inicialmente mediante muestras de sangre y actualmente eminentemente con muestras de saliva, permitía asociar cada perro a su propietario de manera inequívoca. Este censo no sólo es una herramienta para identificar a los dueños que no recogen los excrementos de sus mascotas, sino que también tiene un impacto significativo en la lucha contra el abandono y el maltrato animal.
Uno de los aspectos más importantes que el proyecto abordó fue la reducción del riesgo para la salud pública que suponen los excrementos caninos sin recoger. Aunque este es un problema que a menudo se subestima, el volumen de excrementos generados por los perros en una ciudad de tamaño medio o grande es considerable y tiene repercusiones más allá de lo estético.
En cualquier localidad, se estima que los perros representan alrededor del 10% de la población humana total, lo que en Málaga supone contar con aproximadamente 70,000 perros censados. Teniendo en cuenta que un perro defeca, en promedio, dos veces al día, el volumen de excrementos generados diariamente es significativo. Si consideramos que un perro puede generar aproximadamente 500 gramos de excremento por día, estamos hablando de un total de 35 toneladas de excrementos diarios generados por todos los perros de la ciudad. Si solo un 10% de los propietarios no recoge los desechos de sus perros, como es su obligación, esto significaría que aproximadamente 3.5 toneladas de excrementos permanecerían en la vía pública diariamente. Estos residuos no solo afectan la limpieza de las calles, sino que también tienen un impacto directo en la salud pública. Los excrementos caninos pueden ser portadores de bacterias, parásitos y virus que pueden afectar tanto a otros animales como a los humanos, especialmente a los niños que juegan en zonas cercanas a donde se encuentran estos desechos.