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La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua, celebrada en Marzo de 2023 en Nueva York, ha destacado el papel fundamental del agua en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Han tenido que pasar 46 años desde la última Conferencia de Naciones Unidas sobre el Agua en Mar del Plata (Argentina) para que naciones y científicos volvieran a reunirse para definir la estrategia futura sobre los recursos hídricos y los efectos del cambio climático. Fue una semana intensa de conferencias, eventos y reuniones focalizadas en el agua, y donde asistieron más de 10.000 delegados y representantes de todo el mundo.
Cabe destacar que, a pesar del elevado número de asistentes, el sector privado y el norte global estuvieron mucho mejor representados que los expertos y las comunidades de regiones con mayor inseguridad hídrica en la primera línea de la crisis del agua del sur global. Desgraciadamente algunos de estos expertos y comunidades fueron no pudieron asistir debido a problemas de visados y barreras financieras, y además se detectó una cierta falta de organización debida a primitivos sistemas de registros y organización, que generaron largas colas para los accesos a los eventos.
¿Cuál es vuestro resumen de la semana en Nueva York?
Aunque muchos medios de comunicación destacaron la falta de compromisos vinculantes y los debates fragmentados, debemos ver este evento histórico como una oportunidad para actuar, en lugar de sumarnos a la crítica. Es cierto que la crisis hídrica mundial es muy compleja, pero en la conferencia se lograron más de 600 compromisos en áreas clave como la gestión del agua, el saneamiento, la higiene, la adaptación al cambio climático, la protección de los ecosistemas y la participación de la sociedad civil y los pueblos indígenas. Estos compromisos tienen como objetivo acelerar el avance hacia la promesa de ofrecer acceso universal al agua potable y saneamiento para el año 2030, establecida por los líderes mundiales en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Lo que debemos hacer cada uno desde nuestro lugar, es tomar estos compromisos como una hoja en blanco para empezar a escribir el futuro.
En cuanto a las conclusiones de la conferencia, se destaca la necesidad de un acuerdo de París para el agua a nivel mundial, desarrollo de planes hídricos nacionales para cada país, así como planes hídricos regionales para cada cuenca y acuífero compartido. Además, las conversaciones terminaron con un amplio acuerdo de que el agua debe tratarse como un bien común global y que el enfoque mundial del agua debe ser menos aislado, dada su relación con la crisis climática, los alimentos, la energía y la seguridad nacional. Sin embargo, sin un acuerdo internacionalmente vinculante, los expertos temen que las promesas se desvanezcan, ya que será difícil hacer que gobiernos, la industria y las instituciones financieras rindan cuentas. Ante este escenario, no cabe duda que la educación ambiental será nuestra mejor aliada, ya que necesitamos que las próximas generaciones lleguen sean líderes mejor formados que los actuales.
Durante la presentación de la International Desalination Association (IDA) y la U.S. Chamber of Commerce en el Side Event sobre “Why Water Reuse and Desalination are Important for Water Security”, se concluyó que debemos universalizar el conocimiento en cuanto a los recursos de agua no convencionales como la Desalación y la Regeneración de agua, ya que algunos países todavía no terminan de aceptar estas tecnologías, o cuentan con una legislación obsoleta que no permite incorporarlas. Regiones como Oriente Medio han demostrado que la tecnología es sostenible y competitiva, y que puede asimismo contribuir a la seguridad alimentaria produciendo agua desalada no solo como suministro de agua potable sino también con fines agricolas, aplicación en la que España es un ejemplo a nivel mundial.