por Victoria Ferrer Maymó, Directora General del Gremi de Recuperació de Catalunya 1 de abril, 2022
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Hace algunos años, se creía que los cisnes negros no existían. No fue hasta el descubrimiento de algunas de estas aves en Australia que se contradijo la creencia irrefutable de que los cisnes solo podían ser blancos. Por eso todas las personas, incluidos los estudiosos de la materia pensaban que los cisnes solo podían ser de un color y cuando apareció un cisne negro, al principio lo negaron. No podía ser que hubiera un cisne negro, los cisnes son blancos y así lo dicen los libros de ornitología, pensaron.

Hay filósofos que la metáfora del cisne negro la usan para explicar un fenómeno que acompaña a la sociedad desde siempre: la limitación de nuestro aprendizaje a partir de la observación o la experiencia y la fragilidad de nuestro conocimiento. Un cisne negro en el ámbito de lo social es un fenómeno que cumple tres premisas. Primero, es extraño, porque no lo esperábamos. Después, tiene un impacto real en la sociedad y, por último, una vez ha sucedido, las personas tendemos a justificarlo como prediciendo el pasado.

Actualmente estamos sufriendo una transformación, otra más dentro de la historia de la humanidad. Se trata de la conversión del sistema tradicional al de la economía circular. Una transición que está promovida por la clase política de la sociedad, porque conlleva cambios en todos los estamentos, social, económico, industrial, etc… Todo ello en base al aprendizaje de la observación y la experiencia.

Tal como nos estamos desarrollando, estamos consumiendo muchos más recursos de los que somos capaces de generar, y esto se convertirá tarde o temprano en una rotura del stock. No vamos a poder abastecernos para seguir nuestra evolución, o por lo menos, no como lo veníamos haciendo. Cuando hablo de nosotros, estoy hablando del mundo y todo lo que lo compone.

El problema es que, si partimos de la teoría del cisne negro, el cambio se va a hacer desde un punto de vista del aprendizaje a partir de las experiencias, que no son más que las que nos han llevado a este punto. Por eso, cuando aparecen plataformas de compensación de las emisiones que se lanzan a la atmósfera y alguien puede comprar los derechos de otro alguien, estamos permitiendo que la situación no se revierta.

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