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Las organizaciones que llevan a cabo esta labor de evaluación y control son laboratorios de ensayo, entidades de inspección, entidades de certificación y verificadores, entre otros. Sin embargo, el valor de estas actividades radica en la credibilidad de las entidades que las realizan y la confianza que el mercado y la sociedad en general tengan en ellos. Esa confianza y credibilidad solo se puede aportar a través de un mecanismo independiente, riguroso, global y basado en normas de carácter internacional: la acreditación de la Entidad Nacional de Acreditación, ENAC.
Gracias a la acreditación de ENAC, estos evaluadores pueden demostrar ante el mercado y las administraciones públicas que cuentan con personal con los conocimientos técnicos y la experiencia adecuados; disponen del equipamiento y de las infraestructuras necesarias y adecuadas para desarrollar sus actividades; aplican métodos y procedimientos de evaluación válidos y apropiados; emplean técnicas de evaluación de la calidad de los resultados y aseguran la trazabilidad de las mediciones y calibraciones asociadas a sus servicios; e informan adecuadamente de los resultados de sus actividades, emitiendo informes o certificados claros y precisos.
Con ello, nuestro país cuenta con una infraestructura de servicios acreditados que ofrecen la garantía de competencia técnica necesaria para la adecuada gestión y aprovechamiento de los residuos, una cuestión crítica en la actualidad.