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El desarrollo de la sociedad moderna y su industrialización asociadas al uso de enormes cantidades de combustibles fósiles y recursos naturales están provocando el incremento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, el agotamiento de las reservas y el deterioro de los sistemas naturales. La agenda 2030 para el desarrollo sostenible de Naciones Unidas y el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático establecen las bases para el desarrollo de herramientas y mecanismos para modificar los patrones de consumo y facilitar la transición hacia un nuevo modelo productivo sostenible y solidario con las generaciones futuras.
La energía es necesaria para cubrir las necesidades básicas de todas las sociedades sin excepción y garantizar su desarrollo. Sin embargo, el desarrollo de la sociedad moderna y su industrialización ligadas a la utilización de enormes cantidades de combustibles fósiles han provocado el incremento de la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera terrestre cuya principal consecuencia es el aumento de la temperatura del planeta. Además, las tendencias demográficas naturales, los flujos migratorios y la concentración de la población en grandes ciudades, están provocando un impacto muy significativo en el patrón de consumo, con una creciente presión sobre los recursos naturales y la demanda de materias primas, en un mundo en el que los recursos cada vez son más escasos.